39 Dulce manipulación

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Debo admitir que, me pasé tres veces por el sitio sin detenerme, pero justo antes de cruzar a la otra calle, me arrepentí y rodeé la manzana.

Por fin me detengo y que pase lo que tenga que pasar. Le dejaré claro que es la primera y la última vez que hago este tipo de cosas, porque podría dar la vuelta e irme, pero si las cosas terminarán así, quiero poder acercarme a él una vez más sin recibir reclamos ni reproches.

Me acerco a la mesa donde tiene sus brazos recargados y sobre ellos su cabeza, completamente perdido.

—¿David? —llamo tocando su hombro, e inmediatamente levanta la mirada.

Primero me analiza tratando de reconocerme entornando los ojos. Después sonríe y toma mi mano, pero la retiro al sentir su tacto.

—Regina, Bonita. Por fin estás aquí —dice atropellando y arrastrando las palabras.

—Estoy aquí porque me han llamado para decirme que venga por ti. Ellos llamaron un taxi, ¿por qué no te fuiste?

—No —niega con la cabeza exageradamente—, quería verte.

—¿Y solamente borracho tienes el valor?

—Perdóname, Bonita. He sido un imbécil.

—Vamos, te llevaré a casa —Su rostro se ilumina con una sonrisa y un chico se acerca a nosotros.

—¿Es usted la señorita Regina?

—Así es, ¿tú me llamaste?

—Sí, otro hombre venía con él. Quiso llevárselo, pero se negó. Así que el amigo se llevó las llaves del auto de su novio, pero me dijo que cuando se fuera, le llamara un taxi. Cuando lo llamé, se negó a irse. Nos dio su número, dijo que era su novia y que si la llamábamos vendría por él.

—Gracias por cuidarlo, ya me lo llevo y disculpa las molestias que haya causado.

—No ha sido nada.

—Anda, David. Camina —Me acerco sujetándolo del brazo para ayudarlo a levantarse, pero en cuanto se pone de pie, me atrae hacia él. Me mira y acaricia mi mejilla con su dedo índice de la mano derecha.

—Eres tan hermosa —musita para después acercar su nariz a mi rostro y acariciarla en mi mejilla. Un gesto bastante hermoso, excepto por un detallito, está ebrio y así no es válido.

—Vine para llevarte a casa —aclaro separándolo de mí—, así que mejor camina.

—Haré todo lo que me pidas, Bonita.

Se tambalea algunas veces, pero logramos llegar al auto. Abro la puerta y le ayudo a entrar, después hago lo mismo percatándome de que no se ha puesto el cinturón de seguridad. Ruedo los ojos y me acerco a él para ayudarle, pero ese acercamiento lo interpreta de otra manera atrapando mi mejilla en su mano.

—Eres muy hermosa, Regina —Por unos segundos me pierdo en el azul de sus ojos, se acerca para besarme, pero interrumpo el momento terminando de abrochar su cinturón y me reacomodo en mi asiento.

—No debes olvidar el cinturón —aviso, nerviosa, y hago lo mismo con el mío.

—Aún te pongo nerviosa —asegura lo obvio.

—Llegaremos en veinte minutos, o menos.

En el primer semáforo en verde, me atrevo a verlo de soslayo, y para entonces, en ese tiempo récord se queda dormido. Es algo que me facilitará el viaje. Cada que puedo lo miro con toda la intención de admirarlo. Recuerdo la primera vez que me llevó a mi departamento, un bello recuerdo que me hace esbozar una sonrisa llena de nostalgia. Debió sentirse como me siento ahora, estábamos casi en la misma situación.

Fue en un café | Bilogía Destino I | Finalizada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora