24 La incertidumbre y la calma

141 18 69
                                    

—¿Qué vas a hacer? —cuestiona David.

—No lo sé, ni siquiera sé qué le ha ocurrido.

—¿Crees que ande en malos pasos? Yo pienso que sí. ¿Por qué se aparece aquí?, justo ahora.

—No lo sé, David. Tengo la mente en blanco, no sé qué pensar —Realmente me ha tomado por sorpresa. Si apareció en mi puerta en este estado y buscando mi ayuda, es porque es grave, pero ¿qué estará pasando?

―Voy a recostarlo —digo e inmediatamente me acerco.

En cuanto David me ve tratando de acomodarlo, se acerca a ayudarme. Lo cual agradezco. Sé que no está cómodo con esto, yo tampoco lo estoy, pero no puedo solamente echarlo a la calle.

En cuanto ya está más o menos acomodado, voy al baño de mi habitación para buscar el kit de primeros auxilios. Regreso y me hinco a un lado de Samuel remojando un pedazo de algodón con agua, para comenzar a limpiar su cara. Está hecho un desastre.

David no dice nada, únicamente se sienta a observarme desde el sofá que está frente a nosotros

Cuando ya he limpiado las heridas, coloco unos trozos de cinta quirúrgica para unir las heridas que necesitan suturas. Al haber terminado, voy a la cocina para preparar un poco de té. David me sigue y se para a un lado mío, recargándose en la encimera.

—¿Vas a cuidarlo como a un niño pequeño? —pregunta disimulando su molestia.

—Esto no puede ser más incómodo para ti que para mí. Pero, no soy inhumana, Habibi. —Las llaves abriendo la cerradura de la puerta nos alertan—. No puedo simplemente ignorarlo. No sé en qué problema se ha metido. Pero no me buscaría a mí por nada, no si sabe que puede ponerme en riesgo. Esperaré a que despierte y veré que es lo que tiene que decir al respecto.

—Discúlpame, estuve fuera de lugar.

—¡Santo cielo! —exclama Mina

—Tranquilo —susurro parándome frente a él para depositar un dulce beso en sus labios, y regreso a la sala para reunirme con mi amiga.

—¡¿Qué ha pasado, Regina?! —pregunta preocupada

—Apareció así —respondo cruzándome de brazos. Ella se agacha y pasa su mano por el cabello de Sam.

—¿En qué carajos te metiste, Sam? —inquiere, pero Sam despierta de pronto muy alterado.

—¡Regina! —grita con agitación y me apresuro a tranquilizarlo.

—Tranquilo, Samuel —pido insistentemente. Él trata de incorporarse aún desorientado.

—Regina... —musita con la mirada perdida en mí como si yo fuese un fantasma. Examina mi cara colocando sus manos en mis muñecas y cuando parece reconocerme, me abraza efusivamente. Como puedo, regreso a mi posición logrando separarme de él que sigue observándome con cuidado.

—¿Qué te pasó Sam? —pregunto, pero entonces se percata de la presencia de Mina, aunque no cuestiona nada, vuelve a fijar su mirada en mí.

—Es-es lo de menos... —responde quejándose un poco al colocar su mano sobre sus costillas—. Estaba preocupado por ti, pero veo que estás más que bien —dice mirando esta vez a David.

—Tienes que ir a un hospital —digo observando sus heridas en el rostro.

—No necesito un hospital.

—¡Ja!, por favor, mírate ―reprende Mina poniéndose de pie, señalando con ambas manos su estado―. ¿Qué te pasó, Samuel? ¿Quién te hizo esto?

Fue en un café | Bilogía Destino I | Finalizada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora