―Papá ―escucho entre sueños un susurro detrás de la puerta, y por supuesto los brazos de David envolviendo mi cintura―. Papá.
―Hmm..., solo un rato... ―murmura David, lo cual me provoca un poco de risa.
―Papá ―insiste el niño tras la puerta.
―¿Es, Liam? ―pregunta aún medio adormilado.
―No veo quién más pueda ser.
―Papá.
―¡Liam! ―exclama en un susurro, levantándose de golpe. Busca a su alrededor, no sé exactamente qué, pero busca algo con la mirada. Me siento sobre mi lugar.
―Habibi, tranquilízate. ¿Qué buscas?
―No lo sé ―confiesa, sonríe y se levanta para abrir la puerta. Liam asoma con un par de platos sobre una charola y un vaso con jugo.
―¡Por fin! ¿Por qué tardaron en despertar? ―ambos nos miramos quedándonos sin palabras―. Cómo sea. Bonita, te he traído el desayuno. ¿Dormiste bien?
―Oh, sí, gracias. Liam, no tenías que molestarte.
―No es una molestia, Bonita. Espero que te guste ―dice, caminando, buscando equilibrio para que no se le caiga su esplendoroso platillo, que consta de: Cereal de aros de colores, un pan tostado con mermelada, y el vaso de jugo.
Tierno, muy lindo detalle. ¿Por qué lo hace? Creo que debería ser yo quien lo consienta.
―Deberán compartirlo, eso deben hacer. Uno comerá el cereal, y el otro el pan tostado. Yo ya desayuné. Estaré viendo caricaturas mientras da la hora para irnos. Disfruten el desayuno ―dice y se retira de la habitación.
David se regresa a la cama, me da un beso en la mejilla y toma un pan tostado dándole una mordida.
―Eso ha sido muy lindo ―confieso conmovida por el gesto.
―Liam sabe tratar a una dama, le he enseñado bien ―presume con mucho orgullo. Lo miro que come sin pena, debe estar acostumbrado a estas atenciones. Atenciones que son totalmente nuevas para mí y viniendo de un niño de ocho años, me hace sentir cosas que no sabría explicar.
Durante el camino, hago todo tipo de preguntas porque sinceramente no sé de qué va este deporte. David y Liam, con toda la paciencia del mundo, me lo explican. Cuando llegamos, Susan logra vernos y hace un mohín de fastidio, pero agradezco que no se nos acerque.
En todo este tiempo, no he hablado con ella; y ni falta que me hace. He mantenido mi distancia.
El sol comienza a pegar un poco, por lo que me coloco aquel velo que David compró para mí. Sé que no es su función la de cubrir el sol, pero resulta útil y es la primera vez que lo uso desde entonces. David, al ver que me lo coloco, me mira de la misma forma que me miró cuando me lo vio puesto en el secreto egipcio.
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Fue en un café | Bilogía Destino I | Finalizada ✔
RomanceDespués de encontrarse con una escena que le destrozó el corazón, Regina Mills decide huir a un nuevo lugar donde nadie la conoce. Empezar de cero le ha funcionado por algún tiempo, pero no es algo que vaya a durar mucho cuando su pasado la acecha.