6 Hombre libre

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—David, ¿y qué dijo tu esposa sobre el cambio? —cuestiona Rose.

Dicen que, detrás de cada buen hombre, hay una buena mujer. Pero creo que depende de cada persona el ser bueno o no. Y si este hombre es bueno, hablará maravillas de ella, pero sobre todo no la negará.

Veamos qué tiene que decir al respecto.

―Bueno, no hay mucho que decir..., ella falleció hace cuatro años —responde con naturalidad.

Silencio incómodo. Y ahora no sé qué decir. De hecho, nadie sabe qué decir.

—Cuanto lo siento, disculpa —dice Rose apenada.

—Debe ser duro para ti —Interviene Thomas―, no tenía idea. Andrew nunca mencionó nada.

—Él tampoco lo sabía.

—De verdad qué pena, David ―Vuelve a decir Rose, tratando de disculparse una vez más, pero a estas alturas ya se le ve un poco incómodo.

—Descuida, no pasa nada ―asegura.

―¿Lo estás pasando bien, Regina? ―pregunta Thomas desviando la atención hacia mí, evitando hacerle más preguntas personales.

Aunque es obvio que solamente saca a Rose de su imprudencia que no fue intencional.

―Ehm, sí. ¿No se nota? ―inquiero nerviosa tras sentir la mirada de David sobre mí.

―No es un secreto tu fascinación por el baile, Regina. Te la has pasado aquí sentada desde que llegaste ¿Está todo bien?

―Sí, todo bien.

―¿Segura? ―pregunta esta vez Rose, pero yo mantengo la misma respuesta.

―Sí. Descuida, no me pasa nada ―aseguro restándole importancia.

―Bien, si tú lo dices. Por cierto, ¿te llamó el chico?

―¿Qué chico? ―pregunto confundida.

―El del café. Susan nos dijo que al final consiguió tu número ―explica y entonces comprendo que habla de Shane.

―Ah, olvidé ese detalle ―menciono divagando en mi mente, pero no pretendo contarle que justo hace unos días lo vi.

―¿Entonces es cierto? ¿Tienes un pretendiente en el café? ―pregunta Thomas con sumo interés, acomodándose en su asiento.

―No es un pretendiente ―corrijo, aunque sí lo es.

―No es lo que dijo Rose. ¿En verdad escribió su número en el vaso? ―inquiere con tono burlón.

―¿Tú no lo habrías hecho? ―cuestiono―. Es decir, si quisieras el número de Rose. Suponiendo que no la conocieras claro está, pero si quisieras y no supieras cómo...

―No ―responde tajante y con seguridad―. Por supuesto que no. Somos adultos.

―Bueno, eso no lo sabemos. El fin justifica los medios, y no puedes negar que los detalles así son lindos —defiendo recordando todas esas cartas que Samuel dejaba para mí en la facultad. Siempre había una en mi casillero.

Niego con la cabeza nerviosa ante esta situación, la cual es ajena para David porque solamente se limita a escuchar.

Para mi fortuna, el tío de Thomas llega al evento y él se encarga de hacerlo notar.

―Creo que lo discutiremos luego ―avisa―, llegó mi tío. Tengo que dejarlos por un momento. Rose ―se dirige a ella dándole a entender que ambos deben levantarse.

―Disculpen, en cuanto nos desocupemos regresamos.

―No hay problema ―aseguro.

―Adelante ―secunda David.

Fue en un café | Bilogía Destino I | Finalizada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora