No sé cuánto tiempo ha pasado, pero creo que ha sido mucho. Escucho voces que murmuran a mi alrededor y pasos que van y vienen.
Mi vista está borrosa.
Un señor se asoma por la ventanilla.
—¡Es una mujer! —grita preocupado.
No lo conozco.
Aún hay personas buenas.
—Señorita. Señorita, ¿puede oírme? —cuestiona, y hago el intento de voltear hacia él, pero no lo consigo. Me duele, así que intento visualizar por el rabillo del ojo—. ¡Tranquila! ¡No se mueva! La vamos a ayudar.
—¿Está viva? —pregunta una mujer.
—Lo está. Llamen a una ambulancia.
Tras escuchar eso, mi corazón se altera.
Lo siento, tengo miedo.
Intento hablar, pero solamente boqueo emitiendo un agobiante jadeo con el llanto desesperado.
—No hable, señorita, tranquila, ya vienen los paramédicos —alerta el señor y trato de asentir con la cabeza, pero no sé si lo he logrado.
—Tenemos que sacarla de ahí.
—No, no podemos moverla, podría tener fracturas internas ¿Ya llamaron una ambulancia?
—Ya lo hice, estarán aquí en cualquier momento.
—Señorita —pregunta nuevamente el mismo señor asomándose, siento mi cuerpo aflojándose y mi respiración más pausada. Mis párpados pesan—. No se duerma, quédese conmigo.
Tiene razón.
Abro los ojos una y otra vez con insistencia, y lucho por mantenerlos abiertos.
Muevo mi pie, creo que se salió mi zapato. Siento un cosquilleo en mis dedos y algo líquido resbala por mi cuello.
—¿Alguien vio algo? —pregunta otra mujer.
—¡Yo lo vi todo! —responde una voz más joven, un chico—. Ella estaba avanzando cuando cambió el verde, y otro auto se le impactó de la nada.
Mis párpados pesan otra vez, el cuerpo me duele y no puedo más. Mi respiración continúa lenta.
—No te rindas —dice una mujer logrando que abra nuevamente los ojos de repente.
No puedo voltear, su voz vino de la otra ventanilla y solo me queda repetir la acción de tratar de ver por el rabillo del ojo.
Espera, yo la conozco... ¡Oye! Eres la Esposa de David. ¿No estabas muerta? ¡Cielos! ¿Estoy muerta? No, el señor ha dicho que estoy viva.
Entonces, ¿estoy muriendo?
—Todo estará bien, no te rindas —murmura en un eco, pero ya no la veo y comienzo a sollozar de nuevo.
—¡Regina! —grita Samuel y doy un profundo suspiro.
Su rostro se ve desconcertado, está preocupado y sus lágrimas empiezan a caer en cuanto me ve.
—Tranquilo joven, ya viene la ambulancia. ¿La conoce? —cuestiona el señor que debió levantarse porque únicamente veo a Samuel.
—Sí, no podemos moverla. —anuncia incorporándose, solamente veo sus piernas arrodilladas.
—Hay que esperar ―dice el amable señor―. Estarán aquí en cualquier momento.
—Pobre chica —Escucho decir a una señora.
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Fue en un café | Bilogía Destino I | Finalizada ✔
RomanceDespués de encontrarse con una escena que le destrozó el corazón, Regina Mills decide huir a un nuevo lugar donde nadie la conoce. Empezar de cero le ha funcionado por algún tiempo, pero no es algo que vaya a durar mucho cuando su pasado la acecha.