16 Sin plan, solo huye

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—¿Tú qué haces aquí? —cuestiono a modo de pregunta.

—Aquí me hospedo —responde de lo más natural.

—¿Qué...?

—No esperaba verte por aquí —dice al tiempo que echa un vistazo al evento—. Pero ya entiendo el motivo de tu presencia. Por allá se ve tu amiga ―dice reconociendo a Jude―. Supongo que el resto es tu nuevo círculo de amigos. ¿Ese no es el tipo que te lleva al departamento?

—Sí, lo es ―respondo un poco incómoda, pero no por Samuel, sino por ver a Susan sentada junto a David.

El chico al ver que no me muevo, atiende a un par de personas que van llegando, y yo me aparto un poco de la entrada.

—¿Y te vas a quedar aquí parada? —inquiere Samuel.

―De haber sabido que te hospedas aquí, no me habría parado.

―No seas tan dura conmigo, amor.

―No ―corto tajante, mostrando disimuladamente un alto con mi mano al frente―. No sigas llamándome así, ahórratelo, por favor.

―Vamos, amor —insiste.

―Estoy hablando en serio, Samuel. Ya basta. Perdiste ese privilegio hace tiempo.

―Pero puedo recuperarlo. Lo sé.

―No estés tan seguro.

—¿No me presentarás? ―inquiere ignorando mis palabras y mirando fijamente a la mesa donde se encuentran mis amigos.

Rose es quien advierte mi presencia saludándome a lo lejos con la mano; como si no las haya ubicado ya. Trago saliva porque después de ver a Rose, es en David donde se posa mi mirada.

Está serio e inexpresivo.

—¿Piensas que tiene caso hacerlo? ―inquiero con las miradas sobre mí.

—Por supuesto. No irás a sentarte sola con ellos, ¿o sí? Están con sus parejas. Supongo que ya lo notaste.

Tiene razón.

Sobro en esa mesa ¿Qué cómo lo sé? Fácil, Susan le susurra a David algo al oído. Verlos así de cerca me revienta todo lo que se llama celos.

Sí, lo admito..., estoy celosa, molesta, y todo lo que tenga que ver con hacerme hervir la sangre del coraje.

Ese hombre me decía lo mucho que según le gustaba justo apenas anoche, y hoy por la mañana me llama haciéndome sentir una estúpida adolescente para después cancelarme como si nada y aclaro, no estoy de este modo porque me cancelara sino porque mis estúpidos celos me hacen pensar cosas que tal vez ni siquiera existen. Y ahora que tengo aquí a Samuel me pegunto, ¿por qué nunca sentí esto con él?

Los celos no son buenos. Soy consciente de ello.

Es probable que con la llegada de Samuel comience a sentirme insegura, algo que jamás experimenté.

—Tal vez no tiene nada de malo —confieso, pero he de admitir que los que hablaron, fueron mis celos.

Quizá estoy haciendo mal al hacer esto, no lo sé, es probable. Pero justo ahora no quiero sentirme sola en esa mesa, así que, me acerco seguida de él.

Salir corriendo como una loca sin más, no es una opción.

—Regina, me alegro de que vinieras —dice Rose.

Sonrío más a fuerzas y por educación, que de gusto o con ganas.

Pongo mis ojos una vez más en David, pero desvía la mirada hacia su mano, cerrándola disimuladamente en un puño sobre la mesa.

Fue en un café | Bilogía Destino I | Finalizada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora