Sorpresa

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Sorpresa

Jimin vio a su autobús alejarse entre la continua línea de la carretera. Y con su partida, también se despidieron los horribles temores que hace dos horas habían surgido en su interior. Era increíble que no había sucedido nada, y eso era gracias a...

—¿Te quedarás ahí parado?

Jimin volvió su mirada. La noche era fría y el viento suave golpeaba contra su rostro. Era tan fresco que si abría la boca la calidez y la humedad de su respiración sin duda sería congelado por el aire. Y lo hizo. Jimin abrió ligeramente los labios y soltó un tembloroso suspiro, porque ver a Suga a ciertos pasos de distancia, esperando por él en aquella oscura y solitaria esquina, era motivo suficiente para hacerlo.

Se quedó estático, grabando esa imagen para siempre en su mente y en su corazón.

Tenía un fuerte nudo en la garganta. Hace unos momentos se había sentido tan lleno de miedo, ahora, solo podía sentirse conmovido, y es que su corazón se había vuelto sensible ante el hecho de que por primera vez alguien habia estado ahí a su lado para entenderlo y aliviar sus temores.

Miró hacía otro lado. Usó las mangas para rasgar sus pequeños ojos que habían brillado un poco por la soledad.

—Entonces ¿Vienes o no?

—¡Si! —gritó Jimin, y corrió al lado Suga rápidamente.

Los faros de luz iluminaban las calles. Ambos chicos empezaron a avanzar. Suga miró con disgustó los alrededores. Se contemplaban casas tradicionales muy antiguas, con muros y puertas desgarradas, el aspecto de todo era muy descuidado y viejo. Entonces pregunto.

—¿Vienes desde aquí a la escuela? ¿No está demasiado lejos?

Jimin se sintió avergonzado un poco por el aspecto de su barrio. —Si, es un poco complicado, pero puedo llegar a tiempo si es que madrugo muy temprano.

Suga frunció las cejas. —¿Quieres decir que madrugas todos los días?

—Desde las tres de la mañana. —Jimin sonrió y soltó una risa suave al ver la expresión del pelinegro hacer una mueca horrorizada por la información.

—¿De verdad tienes que despertar a esa hora?

—Si quiero que me alcance el tiempo, sí. Aunque hay ocasiones en las que puedo darme el lujo de despertar un poco más tarde. Por ejemplo, los días en los no me toca repartir la leche o despachar los muñecos que hace mi abuela para la señora Yeongi.

—¿Trabajas por las mañanas?

—Mhn, también por las tardes.

—¿En las tardes?

—Si, en realidad tengo tres trabajos, algunos días voy a ayudar a la señora Lee en su restaurante, en mis tiempos libres suelo ayudar  en la tienda de la señora Sul, y en los fines de semana hago delivery con comida rápida.

En ese momento mientras hablaba, Jimin no se había dado cuenta que solamente él había seguido caminando. Al no escuchar ninguna respuesta, Jimin se llevó un susto al no encontrar a Suga a su lado. Giró su cuerpo rápidamente. Y tan pronto como lo encontró detrás suyo, suspiró aliviado. Pero la expresión neutra de Suga mirándole fijamente en silencio le hizo cuestionarse si había dicho algo malo. Tenía planeado preguntárselo, sin embargo, un grito infantil había ahuyentado su intención.

—¿¡JIMINIE!?

Era la voz de una niña. Y con sus dos colitas disparejas en su cabeza, ella se soltó de las manos de su madre y corrió estrepitosamente hacía Jimin llena de felicidad. Ella simplemente se lanzó sobre el castaño, quien para entonces ya se había inclinado para recibirla en su pecho.

El Mismo Cielo (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora