Porque lo defiendes

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Porque lo defiendes

Suga se paró frente aquella pizarra y observó con detenimiento el ejercicio que yacía formulado sobre esta. En ese momento, el silencio inundaba la clase. A su atrás, podía sentir la atención y admiración de todos sus compañeros clavándole la espalda. Sin mucho en que pensar, Suga alzó la tiza blanca y comenzó a rasgar el encerado tablero verde.

En el transcurso, sólo podía oírse los sonidos que provocaba la tiza cada vez que impactaba contra la superficie mientras escribía, los ruidos eran constantes y carecían de titubeos. El profesor Choi observó con mucha atención a su alumno cómo resolvía el ejercicio .

Desde el principio, su primordial objetivo fue encontrar un error que desaprobara el planteamiento exponente, sin embargo, cada vez que su alumno avanzaba era imposible no impresionarse con los coeficientes que estaba trazando.

El profesor no había escrito un ejercicio sencillo, su intención nunca fue que su alumno culminará con la respuesta correcta y mucho menos en tan corto tiempo, puesto que, el que él sugirió, se consideraba uno de nivel superior.

En sus tiempos como universitario resolver este tipo de ejercicios había sido muy difícil, sin embargo, este chico lo hizo parecer demasiado fácil. Además, la manera en cómo mostró su solución, es decir, el método que había utilizado nunca lo había visto hasta ahora.

¿Quién era aquel chico?

Un último golpe, Suga se detuvo con firmeza. El despavorido mutismo se prolongó por varios segundos, cuando finalmente el profesor dijo: —Esas fórmulas, de dónde las sacaste.

—No creo que importe mucho de dónde las saqué, sino la solución ¿No es así, profesor?—le respondió Suga mirándolo, mordazmente siendo igual de audaz.

En ese momento la campana sonó y lo que sea que el maestro hubiera planeado hacer en su mente se vio interrumpido. En cambio, ningún alumno se movió de su sitio por respeto a su superior, hasta que lo escucharon resoplar.

—Pueden salir. —Ordenó de mala gana. Y el ruido se hizo inminente.

El profesor Choi recogió sus cosas y luego se acercó hacia donde estaba Suga.

—Muy astuto señor Cha —dijo. —Pero si fue capaz de manejar tales fórmulas complejas en este ejercicio, me pregunto por qué no lo habría hecho en su respectiva prueba. No mienta al decir que fue usted mismo quien resolvió su correspondiente examen, cuando es tan evidente los patrones que ha utilizado Señor Park, ya que él, a diferencia de usted, siempre ha obedecido y seguido mis métodos al pie de la letra. —Se generó silencio.

Suga se limitó a decir: —Lo único que tengo que decir, profesor, es que le he demostrado que soy lo suficientemente capaz de resolver mi propio examen. No necesito copiar a nadie.

—Me sorprende que esté haciendo todo esto solo por el señor Park. Escúchese, se está atreviendo a mentirme por él otra vez.

—¿Mentirle? Concretamente eso no lo puede comprobar. De lo contrario, no sería necesario hacer todo esto.

El profesor sonrió con amargura. Y se detuvo unos instantes para después continuar.

—Se perfectamente cual es la verdad, señor Cha. Pero, está bien, lo dejaré pasar por esta vez. No daré ningún reporte a dirección sobre este incidente, pero, con una condición.

Suga lo miró con desconfianza.

—Venga a verme después de clases—dijo el profesor, sonando muy extraño. —Digamos que me dejó muy intrigado con su planteamiento de resolución. ¿Es un trato?

El Mismo Cielo (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora