Correr hacia ti

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Correr hacia ti

Jimin caminaba sin rumbo dentro del tren, el lugar donde había conocido a Yoongi por primera vez, aquel momento lo recordaba perfectamente. Los mismos asientos, el mismo espacio... pero ahora todo se sentía diferente, vacío, como si el tiempo hubiera congelado ese momento de su vida. Se quedó observando, perdido, mientras los recuerdos lo inundaban, especialmente aquel día en el que Yoongi lo había salvado de esos hombres. 

La tristeza en su corazón era insoportable. El nudo en su garganta le impedía respirar con normalidad, y el dolor en su pecho era tan intenso que solo quería encerrarse en un lugar y descargar ese dolor. 

Su mente volvía una y otra vez a la escena en el aeropuerto, a la mirada distante de Yoongi. Cerraba los ojos, y aquella imagen lo atormentaba.

De repente, un grito rompió la calma de su tormento interno.

—¡Jimin!

Esa voz, tan familiar, lo sacó de golpe de sus pensamientos. 

Levantó la mirada, desconcertado, y vio a Yoongi del otro lado de la ventana del tren. Estaba jadeando, agitado, como si hubiera corrido una eternidad para llegar hasta allí. Cuando Jimin lo reconoció, su corazón dio un vuelco. Yoongi estaba ahí, fuera del tren.

Apenas tuvo tiempo de procesar lo que sucedía cuando vio a los hombres acercándose rápidamente detrás de Yoongi. El miedo lo paralizó por un instante. Yoongi corrió hacia la entrada del tren. Y el reaccionó por impulso, y antes de darse cuenta, ya estaba corriendo hacia la salida para alcanzar a Yoongi.

Corrio con todas sus fuerzas, chocando contra cuerpos que apenas lograba esquivar, pero no se detuvo. 

—¡Hyung! —gritó Jimin, cansado por la desesperación.

A lo lejos, entre el bullicio del andén, finalmente lo vio. Yoongi lo buscaba con la mirada, sus ojos desesperados hasta que se encontraron con los de Jimin. Fue como si el tiempo se detuviera en ese instante.

Cuando por fin llegaron a la misma puerta del tren, sus cuerpos chocaron en un abrazo feroz. Jimin lo sostuvo con fuerza, como si nunca más fuera a soltarlo. Sentía el latido acelerado del corazón de Yoongi contra su pecho, y en ese momento supo que él también estaba tan asustado de perderlo.

—¡Jimin! —jadeó Yoongi, apenas pudiendo hablar por la emoción y el cansancio.

Pero su alivio duró poco, ya que los hombres que habían estado persiguiendo a Yoongi llegaron hasta ellos. Los ojos de Jimin se llenaron de terror. Sin dudarlo, los dos entraron al tren y corrieron juntos hasta encontrar otra salida. Finalmente la hallaron, saltando fuera del tren justo cuando los hombres estaban a punto de alcanzarlos. Las puertas se cerraron con un fuerte clang detrás de ellos, atrapando a aquellos hombres al otro lado. Jimin y Yoongi los vieron desde la distancia, mientras el tren arrancaba y se alejaba.

Yoongi, aún jadeando, se giró para ver cómo el tren desaparecía lentamente, llevándose con él a los hombres que seguían las órdenes de su abuelo. Al fin, su cuerpo se relajó. Soltó un largo suspiro de alivio. Apenas había podido escapar de ellos. Pero antes de que pudiera decir algo, sintió que Jimin lo abrazaba de nuevo, esta vez con aún más fuerza. 

—Hyung... —la voz de Jimin tembló con tristeza —. Lo siento tanto... yo... —Se atragantó con sus palabras, incapaz de seguir—. No te odio, jamás podría odiarte... —Las lágrimas, que había intentado contener, comenzaron a correr libremente por sus mejillas.

Yoongi tomó su rostro entre sus manos con suavidad, limpiando sus lágrimas. Sus dedos recorrieron su piel con delicadeza.

—Lo sé... —susurró Yoongi, con voz suave.

Sus ojos, que antes habían estado llenos de distancia y frialdad, ahora brillaban con una calidez que Jimin había temido nunca volver a ver. Era el mismo brillo que conocía, el del afecto que ambos sentían el uno por el otro. Yoongi lo abrazó de nuevo, está vez con mucha ternura.

El Mismo Cielo (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora