Por alguna razón

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Por alguna razón

El salón se cubrió con una abrumadora sensación. Mientras todos yacían quietos y se mantenían en silencio, el profesor Choi estaba repartiendo las notas de la práctica que la anterior semana había evaluado.

—Kyon Gunji. —Llamó.

—¡Presente!

—Reprobado. —Le entregó su prueba al alumno. El chico miró su nota y bajó la cabeza con entera decepción.

—No debería de sorprenderle Señor Kyon—le dijo fríamente.— Si dejara por un momento esos mediocres juegos que lleva en el celular y dedicará todo ese tiempo a estudiar, al menos conseguiría un cinco.

—¡WooHae! —Volvió a llamar, con el mismo tono rudo. Y a pesar de que el presidente de la clase había obtenido una nota sobresaliente, siguió juzgando. —Deberías esforzarte más, un nueve no es suficiente si quieres obtener el primer puesto en el ranking. Recuerda que ser el segundo es igual de perdedor que el tercero. —Despreció, en tanto seguía su camino hasta el fondo.

—Y por último, Park Jimin— pronunció con desprecio. —El más cumplido, siempre con un sobresaliente perfecto. —Siseó. —No es una novedad para sorprenderse, sin embargo, es realmente consternante que precisamente su compañero de lado, el señor Cha, haya obtenido la misma nota que la de usted—reveló con la cara más hostil y desconfiada—cuando recién lleva una semana en esta escuela.

El hombre se colocó justo frente a los que había mencionado y les entregó sus correspondientes pruebas, con la nota visible al extremo derecho en la parte superior de la hoja. Los miro muy atento a la reacción de cada uno.

Jimin tenía los ojos más abiertos de lo normal y los músculos de su cara estaban más tensos que nunca. Un semblante totalmente contrario al que Suga ponía en ese instante, es decir, este no mostraba expresión alguna.

Físicamente no lo hacía, no manifestaba signos de ningún tipo de reacción ante la hoja que tenía enfrente, sin embargo, internamente, el pelinegro estaba un poco confundido, puesto que el papel que tenía en las manos le era desconocido. Él no recordaba haber resuelto aquella prueba.

—Confiesen de una vez, quién ha copiado a quién, o los dos serán suspendidos—advirtió el profesor.

El silencio se volvió intenso. Jimin comenzó a temblar de todo el miedo que estaba empezando a sentir en su interior. Pero que estúpido había sido, se regañó mentalmente, ¿Cómo había podido resolver todas las preguntas correctamente, tanto la suya como la de Suga? Y es que ese día había estado tan nervioso que el profesor le descubriera, que por su cabeza pasaron tantas cosas que no se detuvo a dejar ni una pregunta en blanco, sino a hacerlas todas.

Sí, había resuelto la práctica de Suga, porque ese día, cuando el profesor yacía distraído en su escritorio mientras todos daban el examen, al pelinegro se le había ocurrido dormir como una piedra sobre la mesa. Jimin realmente no había podido despertarlo por más que insistió una y otra vez llamándole en voz baja. Al final, arriesgándose demasiado, y considerando lo mucho que estaba y sintiéndose en deuda con este, terminó haciéndoselo su examen.

—Muy bien, si nadie piensa hablar, entonces no me dejan más alternativa. —Se adelantó el mayor, llegando a su escritorio y sosteniendo su palo. —Lo más lamentable para usted, señor Park, es que vaya olvidándose de una beca. Su infracción se considera muy grave y pasa a ser un fraude que conlleva no solo a una sanción, quedará presente y muy resaltado en su expediente. — Declaró con cierta satisfacción en su rostro. — Ahora, los invito a pasar al frente voluntariamente, si no quieren que las cosas se pongan aún más peor.

Jimin lanzó un doloroso suspiro, mirando al frente con desesperación. Era inútil a esas alturas contradecir las palabras de su profesor, negarse cuando era él quien realmente había cometido el plagio. Por lo que, con todo el peso que cargaba su cuerpo, se puso de pie resignado, dispuesto a enfrentar las consecuencias de su acción.

Por otro lado, puede que no era responsable de tal lastimosa circunstancia, y que no tenía nada que ver con el dicho fraude, además que nada desfavorable podría sucederle aun frente aquellas amenazas dictadas por el superior, muy a su pesar y por una extraña razón el pelinegro intervino.

—Fui yo—dijo, ganándose de pronto la atención del profesor Choi y de toda la clase. —Yo lo hice.

El Mismo Cielo (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora