El Mismo Cielo (Yoonmin)

Encuentro

Encuentro

Jimin estaba en un trance. Toda la noche, su mirada estaba pálida y pérdida. Al amanecer, solo tuvo unos minutos para ver a su abuela antes de ser retirado de la habitación. Taehyung y JungKook permanecían a su lado, tratando de convencerlo de ir a casa. Finalmente, Taehyung y él fueron a asearse y recoger algunas cosas.

—¿Puedes estar yendo al hospital? Iré a ver a mi padre —dijo Jimin, decaído.

—Está bien —le contestó Taehyung—. Yo llevaré las cosas de tu abuela.—Silencio.— Jimin...

—¿Mnh...? —preguntó Jimin, algo detraído.

Taehyung pensó un momento, recordando aquel nombre que habia dicho JungKook ¿Qué pasara cuando Jimin sepa la verdad?— Nada. ¿No quieres que te acompañe?

—No es necesario, puedo ir solo.

Taehyung se quedó dubitativo, como si quisiera decir algo más, pero se abstuvo. —Entonces, me adelantaré. Cualquier cosa, me avisas.

Taehyung tomó un taxi y se fue.

Jimin se dirigió a la estación de autobuses, caminando. Pero en el transcurso, sintió que lo seguían. Tres hombres con trajes negros formales caminaban tras él. Miró de reojo y se dio cuenta de que no los conocía, tampoco eran los que lo buscaban por la deuda de su padre. Aceleró el paso, pero la zona no era muy concurrida. Trató de correr, pero otros tres hombres aparecieron delante de él, bloqueando su camino. Asustado, quiso correr en otra dirección, pero un auto negro se estacionó a su lado, deteniéndolo.

Jimin sintió una oleada de pánico. —¿Quiénes son? ¿Qué quieren?

Nadie le contestó, en cambio uno de los hombres vino por detrás y lo tomó de los brazos, puso resistencia, pero una mano cubrió su nariz con un pañuelo, este petrificante olor hizo que perdiera poco a poco el conocimiento. Otro hombre abrió la puerta del auto y finalmente metieron el cuerpo de Jimin en el interior.

***

La sensación rígida en su cuerpo fue lo primero que notó al despertarse. Al abrir los ojos, la oscuridad lo invadió por completo, sus ojos estaban vendados. Intentó moverse, pero no pudo hacer ningún movimiento, estaba sentado en una silla, con las manos y piernas atadas. Al darse cuenta de la situación, su corazón se alteró de sobremanera.

Se agitó y se movió, tratando de soltarse. La cuerda hirió su piel, pero el dolor no era nada comparado al pánico que estaba sintiendo en ese momento. Con un vuelco al corazón, quiso gritar, pero la cinta sobre su boca se lo impidió. Su voz se estranguló en su garganta, ahogada por la mordaza.

El lugar estaba sumamente silencioso, y solo podía oírse sus jadeos. Se llenó de tanto miedo.

Se esforzó por recordar cómo había llegado hasta allí. Las imágenes de los hombres de traje negro, el auto deteniéndose a su lado. Pero ¿qué había pasado después? ¿Cómo había terminado en este lugar? De repente:

—Sera mejor que permanezcas quieto. —La voz gruesa de un hombre se oyó fuerte.

Jimin tragó saliva. Inmediatamente, el ruido de una puerta sonó al abrirse y unos pasos que resonaron con fuerza al ingresar, cada vez más acercándose. Jimin contuvo la respiración, con sus músculos tensándose. Escuchó los pasos detenerse a cierta distancia, como a dos metros, y luego:

—Apártate de mi camino —dijo una voz profunda y contenida, una voz muy conocida. Era de Suga.

El silencio se hizo intenso, cargado de tensión. Entonces, Jimin sintió su corazón caer en un vacío profundo, un vacío profundo y aterrador.