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Luego de la explicación resumida, llegaron a la casa de Mcgucket. Stormy caminaba delante de todos con desconfianza. Sabía que el viejo Mcgucket era un desquiciado, no olvidaba que su monstruo robotico casi los mata.
—¡Viejo Mcgucket! ¿Está aquí?— gritó Dipper.
Al llegar a dónde residía, encontraron a Lee y a Nate escribiendo su humilde morada. Ellos reían ante su accionar.
—Nos tomó una hora hacerlo pero... valió la pena.— dijo Lee y chocaron los cinco.
—¡Largo de aquí, vándalos pinta propiedades!— los ahuyentó el anciano, estos fueron corriendo sin dejar de reír.— "Mctorpe"... eso si dolió.— suspiró y se acercaron. El al escucharlos volteó y sonrió.— ¡Visitas! Pasen, pasen.
Siguieron a Mcgucket y entraron. Stormy contempló el lugar, estaba hecho un desastre.
—Llegan a tiempo para una lucha territorial con el campesino que vive en el espejo.— se miró el reflejo que marcaba el balde.— ¡Deja de observarme cuando me baño!
—Ya basta de actuar, Mcgucket. Sé que es el autor. Estudió los misterios de este pueblo y escribió el libro.— mostró el diario Dipper.
—Oiga, usted es el genio que Dipper buscó todo el verano.— agregó Wendy extendiendole la laptop destruida.
—¿Ah? ¿Genio? No soy un genio.— les dió la espalda.— Nunca hice algo valioso en mi vida. Todos saben que soy solo un bueno para nada, y hasta olvidé quién fui en el pasado. Tendré que haber sido un fracaso para terminar así.— los volvió a mirar.
—Pero la laptop tenía tu nombre escrito.— dijo Soos.
—¿Qué hay de este libro? ¿Está seguro de que no lo escribió?— abrió el diario y comenzó a mostrarle páginas.— Tenga, mire de cerca.
—Te lo dije, no recuerdo. Lo que pasó antes de 1982 está muy confuso. Tengo un vago...— Dipper al detener una página Mcgucket empezó a gritar.— ¡Aaah! ¡El ojo cegado! ¡Las togas! ¡Los hombres! ¡Mi mente! ¡Me hicieron algo!— decía desde el suelo y Stormy frunció el ceño confundida.
—¿Quién fue?— preguntó Stormy.
—¡Agh! No lo recuerdo...— frotó los lados de su cabeza.
—Oh, pobre anciano... es lógico que su mente esté fatal.— dijo Mabel.— Creo que pasó por algo intenso.
—Tal vez Mcgucket descubrió algo que no debía y entonces alguien o algo le borró la memoria. Debemos llegar al fondo de esto.— teorizó Dipper.
—Piense, amigo. ¿Cuál es el recuerdo más antiguo que tiene?— interrogó Wendy.
—Este es... creo yo.— mostró el periódico.
—¡El museo de historia!— exclamó Corduroy.
—Y ahí es donde vamos a ir.— sonrió Dipper y salieron acompañados por Mcgucket.
