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La soga se cortó y todos gritaron al caer al vacío. Stormy iba a utilizar sus poderes para protegerlos pero no hizo falta ya que cayeron en una planta pegada al suelo gigante. Se quejaron y Eddie ayudó a Stormy, ella agradeció y se puso al lado de Dipper.
Eddie al verlo suspiró y siguieron caminando.
—¡Wow!— se detuvieron al ver las vías abandonadas que entraban a un sitio oscuro.
—Estas plantas parecen jurasicas.— notó Eddie mirando una de ellas.
Siguieron el hilo rojo que entraba por ese lugar y cuando Dipper enfocó vieron a un dinosaurio petrificado por la savia. Gritaron impactados hasta que se dieron cuenta que no podía hacerles daño entonces siguieron caminando entre todos los dinosaurios petrificados.
—¡Están atrapados en savia de árbol! Así es como sobrevivieron 65 millones de años.— habló Dipper.
—Wow.— se sorprendió Stormy mirando la forma del Terodactilo en la savia.
—El calor del verano debió liberarlos.— siguieron caminando escuchando la voz de Stan que decía que podría ser un buen sitio para el turismo.
—Ahm, chicos...— los llamó Eddie y se acercaron viendo a un dinosaurio donde se le salía un dedo con una gran uña la cual empezó a mover.
—¿Por qué no mejor seguimos caminando?— rió nervioso Dipper y asintieron.
—Wow, que hermoso sitio para mis turistas. Ganaré mucho dinero.— Stan puso sus manos en su cintura.— Ja, debí sacar a ese cerdito afuera hace tiempo.
—¿Qué fue lo que dijiste?— apareció detrás suya Mabel y Stan la miró.
—¿Qué pasa?
—Dijiste que el dinosaurio entró a la cabaña.— lo apuntó enojada.
—¡No, espera! Si lo piensas mejor...
—¡Dejaste a Pato afuera y después me mentiste, Tio! ¡Y ahora gracias a tí perdí a mi cerdito, perdí a Pato!— lagrimas aparecieron en sus ojos.
—Oye, es un animal. Debe vivir afuera.— se excusó Stan.
—¡No, basta! Tio Stan, nunca voy a volver a hablarte.— le dió la espalda cruzándose de brazos.
—No lo dices en serio...— se preocupó Stan.
—¿Alguien está hablándome? ¡Porque no estoy escuchando nada!
—Mabel...
—¡La la la la, no oigo a nadie!— se alejó de el poniendo sus manos en sus oídos yendo hacia los chicos que escuchaban todo. Stan fue hacia ellos para seguirle insistiendo a su sobrina.
—Chicos, chicos, ¡no peleen! ¿Por qué no pueden ser cómo nosotros?— rodeó su brazo por los hombros de Dipper y lo apretó. El pelinegro se quejó y se soltó algo molesto.— Oigan, todo va a estar bien.— se agachó agarrando el hilo rojo.— Para encontrar al cerdito debemos seguir este ovillo. Hay que seguirlo y seguirlo.— empezó a atraer el hilo hacia el.
