Me escaparé antes de ser tuya. [En proceso].

Capítulo 2.

Dean.

No podía olvidar a la chica de a noche, que hizo un desastre en mi hermoso Ferrari y en mis zapatos, quiero encontrarla y que pagara por lo que hizo, estoy muy furioso, pero no puedo negar que era hermosa, su cabello plateado y sus ojos color grises que le combinan perfecto con su cabello, esos hermosos labios que lucía un labial rojo pasión.

Tiene que pagar por lo que hizo y que me pague con ese culo que parecía un durazno son tan grandes que me imagino azotandolo una y otra vez y que me pida que deje de follarla, que sé arrepienta por el desastre que había hecho.

En eso entra Albert a mi Oficina.

—Señor.

—Pasa algo.

—Robin quería hablar con usted.

—Dile que pase.

Robin era uno de mis mejores amigos desde que íbamos a la universidad juntos, se hizo mi amigo, desde ahí no nos separamos.

—Buenos días Dean.

—Qué pasa Robin.

—Ayer fui un éxito el bar.

—Si seguimos así, podemos abrir más bares y lavar dinero y que la mercancía se venda más rápido en esos lugares.

—Fue una gran idea.

—Lo sé, eres un genio.

—Por qué te fuiste antes.

—Tenía que hacer algo.

—Solo vine a informarte que él idiota de Abel debe una fuerte suma de dinero en el casino.

—Cuando es lo que debe.

—30,000 euros.

—Hablas en serio.

—Si.

—Por qué le prestaron esa cantidad de dinero, si la última vez duro en pagarnos 10,000 euros—molesto le contesté.

—Hace días iba ganando una fuerte cantidad de dinero, pero los perdió y le insisto a Jean que le prestara los 30,000 euros y que los iba a recuperar pero no fue haci y tiene como una semana que no viene y también debe algo de droga.

—Cuanto es lo que debe de droga.

—5,000 euros.

—Pues encuéntralo y llévalo a mi oficina esta tarde entendiendo.

—Si Dean.

Robin sale de mi oficina.

Salgo de mi oficina y mandó a llamar a Albert.

—Albert.

—Que se le ofrece señor.

—Investígame a la chica de ayer, entendido quiero saber todo de esa chica.

—Si señor.

Pase la tarde en mi oficina revisando documentos y ver como abrir más bares en la ciudad y que la mercancía que me llega de México y Colombia, para la gente que no tiene cerebro la consuma y yo me hago más millonario de lo que ya soy.

7:00 pm.

Suena mi teléfono, respondo.

—Bueno Robin qué pasó.

—Ya Abel está en el casino, en tu oficina.

—Voy para allá.

Salí de la oficina y al salir de la mansión, antes de subirme al auto le dijo a Casper.