Capítulo 33.

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Gabrielle

Dean ya tardó en regresar a la habitación, me levantó de la cama, tomó una playera unos pantalones de satín de su clóset y me los pongo, salgo de la habitación, cuando estoy por bajar las escaleras, veo salir del despacho a la pelirroja, con la que lo vi la otra vez, bajo las escaleras cuando estaba por entrar al despacho, sale Dean. 

—Hace un momento dijiste que no te gustaba que nadie viniera a la mansión—dijo.

—Así es.

—Entonces por qué vino esa mujer—pregunté molesta.

—Vino a entregarme unos documentos—dice.

—Por qué no te los llevo a otro lugar que no fuera aqui en la mansión—dije molesta.

—No se volverá a repetir—dice.

—Ojalá, por qué no quiero a esa mujer dentro de la mansión mientras esté yo.

—Estás celosa—dice.

Dean se acerca a mi, me alejo de Dean.

—Vete y báñate que apestas a perfume barato—dijo enojada.

Me doy media vuelta y me dirijo a la habitación, entró y aviento la puerta por lo molesta que estoy.

—Maldita sea, estoy muy enojada, se nota que esa mujer está le gusta Dean y el muy idiota no se da cuenta o se hace el que no sabe—me dije a mi misma.

"Estoy tan enojada, que esa mujer solo vino a arruinar mi buen humor que tenía"

Entró a darme una ducha para relajarme un poco, termino de bañarme y salgo del baño, voy al clóset, me pongo un pants, color gris y una playera color blanca, no tengo ganas de arreglarme, peino mi cabello, y bajó las escaleras, al bajar me encuentro a Dean y a sus hermanas, esperándome.

—Buenos días—dije.

—Buenos días—responden.

—Pasa algo Gabrielle—pregunta Alice.

—No, Alice.

—Segura.

—Si.

Francis llegó con nuestros desayunos y empecé a desayunar, ignoraba a Dean, él me hablaba pero yo lo ignoraba y le preguntaba cosas a sus hermanas, hasta que se rindió.

—Ya terminaron de desayunar—pregunta Dean a sus hermanas.

—Si—respondieron.

—Bien, debemos irnos—dice.

Sus hermanas se levantan de sus sillas y al igual que Dean.

—Pueden esperarme, en el auto—les pide Dean a sus hermanas.

—Si—dicen y se van dejándome solas con Dean.

Dean se acerca y me toma de la cintura y me pega a su cuerpo.

—No debes de estar celosa—dice.

—No estoy celosa—dije.

—Acepta que lo estás.

—Bien lo estoy, pero de verdad no te das cuenta que esa mujer le gustas o te haces el idiota—dije enojada.

—No me importa a qué  mujer le guste, por qué a la única mujer que me importa gustarle es a ti—dice y me da un beso—hace que mi corazón se acelere ante su declaración.

Se separaba y me deja sin respiración por ese apasionado beso que medio, se da media vuelta para irse, pero se de vuelve y me da otro beso, lo aparto, por qué sino esto acabaría en otro lugar y esa sería su cama.

Me escaparé antes de ser tuya. [En proceso].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora