Capítulo 9.

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Gabrielle.

Abrió los ojos y al abrirlos me di cuenta que no estaba en mi habitación, me preguntó en qué habitación estoy y como rayos llegué aquí, volteo hacia un lado y veo salir a Dean del baño, con el cabello mojado y una toalla que solo le cubría de la cintura para abajo, podía apreciar sus tatuajes y su perfecto cuerpo, esos enormes brazos, su abdomen plano y las venas que se le remarcaban, ese hombre se la debe de pasar horas en el gimnasio para tener el cuerpo que tiene, dejó de ver su cuerpo y me levanto de la cama exaltada, le pregunto una y otra vez si no me había hecho nada y Dean me aseguró que no me había hecho nada, parecía ser sincero y le quise creer.

Me agarró la cabeza por qué tenía un dolor insoportable, ayer bebí demasiado, no podía con la resaca, veo como Dean se acerca a un cajón y saca algo de ahí y me lo da, le agradecí por la pastilla que me dio, también me dijo que tomara una ducha por qué apestaba alcohol y sí que apestaba horrible, por último me dijo que le diría a Francis que me subiera el desayuno, pero me negué, él entró a su clóset, mientras yo fui a bañarme.

Estaba bañándome y mis pensamientos me llevaron en Dean y su perfecto cuerpo, me imaginaba tocando sus enormes brazos y su abdomen, rápidamente borre esos pensamientos de mi mente y salí del baño, fui a mi clóset y tome unos shorts blanco y una blusa rosa al igual que unos sandalias blancas, terminé de cambiarme y bajé, al bajar Dean y sus hijas estaban sentadas en el comedor, me acerqué con timidez y saludé.

—Buenos días.

—Buenos días—ellos respondieron—tome asiento.

—Gabrielle dónde fuiste ayer—Pregunta Alice.

—Si en dónde estabas, a noche fui a buscarte para que me leyeras un cuento pero no estabas—dice Amelia.

Me imagino anoche el idiota de Dean, no llegó temprano por eso Amelia fue a buscarme. Me quedé unos segundos en silencio por que no sabía que responder.

—Oh yo.......—me interrumpe Dean.

—Ya les expliqué que Gabrielle tuvo que hacer algo fuera de la mansión y por esa razón no estuvo el día de ayer.

—Oh sí, tuve que salir, pero ya estoy de regreso—obviamente Dean y yo les estamos mintiendo a las niñas, pero ellas no deben de saber qué fue lo que en realidad pasó.

Las chicas ya no preguntaron más y continuamos con nuestro desayuno, estaba por terminar de desayunar.

—Gabrielle tenemos que hablar—dijo Dean.

—No tengo nada que hablar contigo—me encojo de hombros y Dean se levante.

—Te espero en mi oficina—se levantó sin decir nada más.

Termine de comer y me dirijo a su oficina como me lo indicó, no entiendo que tienen que hablar conmigo si no hay nada de qué hablar, toque la puerta y escuché su voz, que podía pasar, entre.

—Toma asiento—tome asiento.

—De qué quieres hablar, por qué de mi parte no hay nada que hablar.

—Gabrielle yo lo...... yo lo......—no entiendo que es lo que me quiere decir.

—Tú qué Dean—se toca las sienes.

—No fue la manera de dejarte en el sótano.

—Claro que no lo fue—me cruzó de brazos.

Dean se quedó en silencio, creí que se iba a disculpar pero me equivoqué.

—Si no tienes nada que decir, me retiro.

—Es todo lo que quería decir.

Salí de la oficina de Dean, dejándole solo, después de unos minutos que abandoné la oficina de Dean él salió.

Las niñas y yo jugamos un rato en el jardín, Francis nos llevó algo de tomar para refrescarnos un poco, el tiempo se pasó volando y era hora de cenar, Francis nos sirvió la cena, preparo una rica pasta las niñas y yo estamos disfrutando la cena, al parecer Dean no vendrá a cenar.

—Dean no llegó a cenar—dice Amelia mirando su plato desanimada.

—Debes de acostumbrarte Amelia—dijo Alice.

—Es difícil—responde nuevamente Amelia.

—Mirenme las dos—ellas voltean a mirarme—Mientras yo esté no tienen por qué preocuparse si su papá llega o no a cenar, entendido pequeñas—les doy una leve sonrisa.

—Si—contestaron las dos, más animadas.

—Tienes razón Gabrielle, estar contigo es más divertido que estar con Dean—dice Alice.

—Les gustaría ir mañana por una rebanada de pastel de chocolate.

—Si nos encantaría—dice Amelia muy feliz.

—No creo que Dean nos deje salir de la mansión—contestó Alice.

—De eso me encargo yo—las niñas asienten—sigamos cenando, si no se enfriara la cena—seguimos cenando.

Terminamos de cenar y Francis levantaba los platos de la mesa, mientras tomaba agua.

—Gabrielle me puedes leer un libro.

—Con gusto Amelia—me da una pequeña sonrisa—vayan a ponerse el pijama y a cepillarse los dientes, enseguida subo—las dos se levantan de la mesa para hacer lo que les pedí.

Subí a la habitación de las niñas, ya que las dos comparten la misma habitación y me imagino que es para no sentirse solas, por falta de habitaciones no es, por qué cada una puede tener su propia habitación sin problema ya que en la mansión tiene muchas habitaciones vacías.

Termine de leerle el cuento Amelia y baje a la sala a esperar al idiota de Dean, ya que otra vez no llego a cenar, no puedo creer que le importe más su trabajo que sus propias hijas, no piensen que le estoy esperando para reglamarle, lo espero para ver si puedo llevar a las niñas a comer una rebana de pastel a la cafetería que antes trabajaba, extraño trabajar en la cafetería, recuerdo cuando Jolie y yo nos robábamos las rebanadas de pasteles, por qué son demasiado deliciosos, diría yo las mejores que hay en todas las cafeterías que se encuentra en Francia.

Ya pasaban de las doce de la noche y Dean todavía no llega, sigo sentada en el sofá y de vez en cuando cierro y abro los ojos para no dormirme en eso escucho como abren la puerta y escucho su voz.

—Acaso me estás esperando.

—Si, pero no crees que es por gusto, necesito decirte algo—dijo levantándome del sofá.

—¿Qué es lo que quieres?—arquea una ceja.

—Puedo salir con las niñas mañana, las llevaré a comer una rebanada de pastel a la cafetería dónde antes trabajaba—le dije todo rápido, para que no me interrumpiera.

—Pueden ir pero llevaran demasiada seguridad de acuerdo.

—Entendido—mi mirada va hacia el cuello de la camisa de Dean y veo una mancha de labial, no pude quedarme callada—Ya veo por qué no llegaste a cenar, al parecer te estabas divirtiendo—Dean me mira sin entender lo que le acabo de decir.

—De qué hablas—pregunta y pienso
de verdad no sé a dado cuenta o solo se hace el imbécil.

—Se nota que te divertiste por la macha de labial que traes en el cuello de tu camisa—le señaló y Dean mira y sonríe—y ese olor barato al que hueles—Dean se me quiere acerca, pero lo detengo—no te me acerques detesto el olor barato al que hueles, no creo que uses perfumes baratos alguien tan millonario como tú o me equivoco—Dean sonríe nuevamente por lo que acabo de decirle—buenas noches—me despedí.





Nota del autor.

Espero que estén disfrutando de la historia.

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Me escaparé antes de ser tuya. [En proceso].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora