Capítulo 5.

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Gabrielle.

Me levanté de la cama, tome un ducha, el agua caliente que caí sobre mi cuerpo se sentía también bien, para hacerles sincera si pudiera quedarme en la ducha todo el día y todos los días, sería perfecto para mi, no me sintiera sucia , siempre tallo mi cuerpo por más de seis veces, para quitarme toda la suciedad de mi cuerpo, termino de bañarme y me pongo unos shorts corto, una playera blanca y unas pantuflas quería estar cómoda, salí de la habitación y me dirigí al comedor, ya se encontraban Dean y sus hijas sentadas, desayunando.

—Buenos días.

—Buenos días—contestaron.

—Aquí está su desayuno señorita.

—Gracias, eres Francis.

—Si, un gusto.

—Lo mismo digo.

Estábamos desayunando y me dio curiosidad preguntar algo.

—Ustedes no van a la escuela.

—No mi her..... no él no quiere que asistamos a la escuela—dijo Alicia..

Voltee y mire a Dean.

—¿Por qué no quieres que asistan a una escuela?.

—Ellas no asisten a la escuela como los demás niños, pero vienen maestros a darles clases a la mansión, es lo mismo.

—Claro que no es lo mismo, porqué en la escuela van muchos niños y pueden hacer amigos.

—No veo la necesidad de que tengan amigos.

—No hablas en serio—bufo.

—Habló enserio.

—Nos quieres tener como tus prisioneras—me encojo de hombros.

—Si.

—Eres un imbécil—me levanto de la mesa muy molesta.

—Cuida tus palabras.

—Me importa una mierda.

Subí a la habitación y azote la puerta, estaba muy molesta, con ese imbécil que se cree, en serio nos quiere tener como sus prisioneras.

Se me pasó el enojo que tenía y salí de la habitación, cuando iba a bajar las escaleras me detuve.

—Dean nos ayudarás a armar el rompecabezas—dice Alice.

—No puedo hoy, será otro día.

—Dean siempre es lo mismo contigo.

—Se los recompensare.

Dean sale de la mansión y bajó las escaleras hasta llegar a la sala.

—Puedo ayudarles a armar el rompecabezas.

—Si—Dijo Amelia.

Me senté en medio de Alice y Amelia.

—Gracias por querer ayudarnos—dijo Alice.

—No es nada, les dire que soy muy buena armando rompecabezas.

—Enserio—contestó Amelia.

—Si.

—Eso lo veremos.

—Verás que soy buena.

Llevamos una hora tratando de armar el rompecabezas que tenía más de mil piezas, me estaba divirtiendo con las niñas, tenía tiempo que no reía mucho, estas niñas son maravillosas, no se parecen nada a Dean, tal vez le sacaron a su mamá.

—Señoritas les trague una limonada.

—Gracias Francis.

Mientras armamos el rompecabezas, tomamos nuestras aguas de limón, porque estábamos en verano y hacía mucho calor.

Me escaparé antes de ser tuya. [En proceso].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora