Capítulo 38.

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Dean

Estoy terminando mi desayuno cuando tocan la puerta.

—Adelante.

Entran Alberto detrás entra Adam y Robin.

—Señor ya está Adam, también está aquí el joven Robin.

—Aquí estoy señor para lo que me necesite—dice Adam.

—Gracias Adam, Albert puedes retirarte.

—Si señor.

—Adam necesito que investigues si los hombres que me atacaron, tienen familia o algo que nos pueda ayudar a encontrar al maldito idiota que me quiso matar.

—Entendió señor.

En eso escuchamos que alguien entra a la habitación y era Gabrielle, al entrar se queda sorprendida al ver a Adam corre y lo abraza tenso la mandíbula.

—Adam creí que estaba muerto, no sabes lo feliz que estoy por que estés vivo—dice Gabrielle.

—Suelta a mi mujer ahora mismo—gritó e intento levantarme pero no puedo y suelto un quejido.

Al escuchar mi grito Gabrielle se separa de Adam.

—Que bueno que estás bien Adam, espero que no hayas pasado por ningún mal momento por mi culpa—dice Gabrielle y si supiera lo que él pobre de Adam pasó, por escapársele.

—Puedes retirarte —dijo.

—Sí señor.

Adam se retira y me deja a solas con Robin y Gabrielle.

—Hola Robin—Gabrielle saluda a Robin.

—Hola Gabrielle cómo estás.

—Muy bien y tú.

—Bien también.

—Puedes dejarme un momento a solas con mi mujer—digo.

Robin camina hacia la puerta para salir pero Gabrielle lo detiene.

—No es necesario Robin, yo iba de salida, los dejo a solas para que platiquen—dice Gabrielle y me mira furiosa.

Sé que tiene todo la razón de que esté furiosa conmigo después de haberle hecho creer que Adam estaba muerto por su culpa. Por qué tuvo que encontrarse Adam en estos precisos momentos

—Debemos de hablar Gabrielle—dijo.

—No tengo ganas de hablar contigo ahora mismo Dean.

—Solo será un momento—dijo.

—No puedo voy de salida, tendrás que esperar a que llegue—dice.

—Donde irás—preguntó.

—Me veré con Jolie—dice.

—Dile a Albert que te lleve—dijo.

—Nos vemos Robin.

—Adiós Gabrielle.

Gabrielle sale de la habitación hecha furia.

—Parece que estás en problemas—dice Robin y se empieza a reír.

—Te puedes callar.

—Qué le dijiste para que esté furiosa—pregunta mi amigo.

—Que te importa.

—Deje adivinar.

—Te preguntó por Adam y le dijiste que estaba muerto—dice mi amigo y sonríe.

—Acaso eres adivino.

Me escaparé antes de ser tuya. [En proceso].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora