Capítulo 3.

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Gabrielle.

Ya casi acaba mi turno en la cafetería, ya no aguantaba los pies, ya que hoy tuvimos muchos clientes gracias adiós, en eso suena mi teléfono y era mi madre.

—Qué pasa madre.

—Hija debes de venir al casino—la escucho preocupada.

—Te metiste en problemas.

—Abel es el que se metió.

—No me importa mamá.

—Hija por favor ven, si no me matarán.

—Voy para allá.

Al escuchar decir a mi madre que la matarían mi corazón se me aceleró, no podía dejar que le pasara nada es lo único que tengo en mi vida a pesar que en los últimos años no ha sido buena conmigo, pero no deja de ser mi madre.

—Joel, puedes cubrirme, tengo que irme.

—Adónde.

—Pasó algo con mi madre.

—Debes de preocuparte menos de ella.

—No puedo, es mi madre, que hijo hace eso.

—Lo mismo dijo de ella.

—Me cubrirás o no.

—Si vete.

Me quite el mandil y salí de la cafetería a dirigirme al casino, al llegar un hombre me estaba esperando afuera.

—Eres la hija de Abel.

—No, soy hija de la señora Edith, ella está aquí.

—Si pasa.

Al entrar al casino, se miraba de mala muerte, había hombres por todos lados perdiendo su dinero y otros borrachos, unos parecían que no se bañaban, me llevaron a una oficina me imagino que ahí estará mi madre, al entrar me sorprendí al ver a ese hombre de aquella noche, lo primero que se me vino a la mente fue, de seguro se están vengando de mi.

—Te estás vengando de mi por lo de aquella noche verdad, mi madre no tiene nada que ver ni Abel el problema es conmigo, te pagaré lo de tu auto y los zapatos—me encontraba muy furiosa.

Mi madre interrumpe.

—De qué hablas Gabrielle.

—Luego te lo explico mamá, así que exijo que los dejes ir.

—No estás aquí por lo que piensas.

—Entonces.

—Se lo dicen ustedes o se lo dijo yo.

Edith habla rápidamente.

—Gabrielle, Abel debe dinero.

Estaba tan enojada cuando escuché a mi madre, me hizo venir hasta acá por Abel, a mi no me importaba si debía dinero, no era mi problema.

—No es mi problema mamá, se rebusque solo.

—Hija préstame dinero te juro que te lo pagaremos.

—Cuanto es lo que debe—el hombre de ojos color miel contestó.

—35,000 euros.

Me sorprendí al escuchar al hombre.

—No tengo esa cantidad madre.

—Te lo dije—Dice Abel.

—Hija entonces te quedarás con el señor.

Al escuchar decir a mi madre que me quedaré con el hombre, muy enojada le contesté.

—No hablas en serio verdad.

—Habló enserio hija.

—No me quedaré con este tipo, que Abel  resuelva su problema y no me embarre en esta mierda que él no es mi padre.

Mi madre se levanta y me da una bofetada.

—Cállate Gabrielle y lo harás.

—No lo are madre lo siento.

En eso habla el idiota de Abel.

—Claro que lo harás por qué tú madre también debe aquí.

—Mi madre no debe ningún centavo—furiosa le respondí, me hervía la sangre al escucharlo.

—Solo debo los 30,000 y los otros 5,000 los bebe tú madre.

—Pagaré lo de mi madre, te daré 2,000 y luego te pagaré lo demás.

—Crees que soy banco para que me pagues en abonos.

—Te prometo pagarte, solo lo de mi madre.

—Gabrielle, por qué eres tan egoísta.

—La egoísta eres tú mamá, con el suficiente dinero que me robó la vez pasada que sabía bien que era para mi universidad no le bastó, aceptas.

—No, yo quiero mi dinero junto o nada, a quien quieres que mate primero a tu madre a él imbécil de Abel.

—Espera—Dijo Edith.

—Por favor Gabrielle, te lo ruego—solloza me dijo.

Estaba tan frustrada que moría de rabia al escuchar a mi madre hablar, que madre le hace esto a su hija, una lágrima cae por mi mejilla, rápidamente me la limpie, pero pensándolo bien creo que estaría mejor con este hombre de ojos de miel y después me escaparé y viviré la vida que siempre quise.

—Está bien, lo are madre.

Me escaparé antes de ser tuya. [En proceso].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora