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Narra Alessia: Era el día de nochebuena, donde la cena navideña se llevaba a cabo en la enorme mansión Malfoy, nos encontrábamos en uno de los grandes salones que había, donde había una mesa extensa y hecha de madera de pino, pintada de negro y con detalles dorados en las orillas, Draco y yo nos sentábamos a la par, en dos de las cómodas sillas con un asiento acolchonado de color blanco. Lucius estaba sentado frente a nosotros, mientras los elfos domésticos se encargaban de colocar los bellos cubiertos bañados en oro, las vajillas de porcelana relucían frente a mis ojos y unas bellas copas eran colocadas a nuestra izquierda. «Hay tantos cubiertos que no sé cuál debería usar» Pensaba yo.
Desde la cocina, que estaba ubicada en el otro extremo del salón, la puerta estaba abierta y una luz de color blanco salía de ella, acompañada de un delicioso aroma de la comida que estaba siendo preparada por los elfos y por la misma señora Malfoy, los elfos iban y venían cargando distintas cosas para acomodar en la mesa.
-Alessia, querida, ¿Podrías ayudarme, por favor?—Preguntó Narcissa, asomándose desde la puerta de la cocina.
-Por supuesto señora Malfoy—. Respondí con una sonrisa, levantándome de mi silla y encaminándome hacia la cocina, donde Narcissa me esperaba con una cálida sonrisa. Draco y él mismo Lucius se quedaron en la mesa, solo viéndome partir.
Una vez en la cocina me coloque a la par de la madre de Draco, la cual era muy alta junto a mi, más porque utilizaba zapatillas de más o menos nueve centímetros. Ella estaba preparando pavo junto a los elfos domésticos.
«Espero que ese pavo no sea alguno de los pavo reales que vi en el jardín» Dije para mi misma.
-Los elfos domésticos pueden hacerlo, pero prefiero hacerlo yo a mi manera, creo que no hay nadie que pueda igualar mi receta—. Me contaba ella, hablando con dulzura en su voz y una sonrisa bastante amable.
-¿Que debo hacer?—Pregunté, observando todo lo que había en la barra de la cocina y mi mirada se posó en el horno que estaba encendido y de él desprendía ese delicioso olor que llegaba hasta la sala del comedor.
-Solo debes cortar las verduras—. Me explicó—Pero ten cuidado de no cortarte—. Dijo observando el cuchillo a mi lado, luego se dio la vuelta mientras colocaba unos guantes en sus manos para abrir el horno. Dirigí mi vista a las verduras frente a mi, agarre el mango del cuchillo con cuidado y comencé a cortarlas pacientemente. Sabía cómo hacerlo, lo había hecho montones de veces en la casa de mis tíos, junto a Harry. Extraño a Harry, es la primera navidad que no pasó con él.
Cuando termine de hacer lo que me pidió, entre ambas pusimos el pavo recién horneado, que se veía tan delicioso que se me hizo agua la boca, y el olor que desprendía era tan agradable que no podía concentrarme en algo más que no fuera eso.
-El pavo es mi especialidad, cada año cocino uno con una receta diferente, aunque es pesado hacerlo sola—. Me contó, quitándose los guantes y apartándose de la bandeja, apoyando su mano en la barra mientras golpeaba levemente con las uñas haciendo un pequeño sonido, como un chasquido.
