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Narra Alessia:
Me tome el té de un sorbo dejando solo la taza que utilizaríamos para aquella clase de adivinación. La profesora Trelawney esperaba pacientemente dando vueltas por alrededor de las mesas y observaba con detalle a la mayoría de los que estaban sentados, como si de alguna forma pudiera leerlos. Traté de buscar con la mirada algún sentido en la mancha que se había formado en mi taza con las sobras del té que acababa de tomar, pero no lograba distinguir nada, mi compañero del frente me observaba con impaciencia, esperando a que intercambiara mi taza con la suya.
-¿cómo voy a pasarle una taza con las sobras de otra persona?—Preguntó mi compañero arqueando una ceja, la profesora Trelawney lo observó de una forma inquietante, como si le estuviera analizando los pensamientos.
-No se preocupen amigos, en el arte de la adivinación es normal que la idea de compartir bebidas les haga sentir incómodos, pero esto es lo que nos ayuda a saber el futuro—Habló alzando las manos y sonriendo eficazmente.
Fruncí el ceño y me limite a intercambiar de tazas con el chico frente a mi. La profesora nos hablaba del arte de la adivinación a medida seguía caminando por el aula, pero algo hizo que se detuviera de golpe. Me observó, me observó tan fijamente que me sentí incómoda y después le pidió mi taza a mi compañero, miro las sobras de té en mi taza por unos largos cinco minutos hasta que la soltó de golpe dejándola caer, con una expresión de horror marcada en el rostro, alcancé a tomarla antes de que cayera al suelo y se partiera en mil pedazos.
¡Usted está en grave peligro, Alessia!—Gritó la profesora, totalmente alterada—¡Su propia seguridad está amenazada, algo de gran influencia está sobre usted y yo tengo que hacerle saber que su vida corre peligro!
Yo me sentía asustada y no entendía la razón de lo que la profesora me decía, me era imposible creer a la mujer. Pero la profesora Trelawney parecía no estar mintiendo, el horror y la preocupación estaban plasmados en su rostro como si acabara de presenciar algo horroroso.
-¿A... A que se refiere, profesora?—Pregunté, pasando saliva y dirigí a nueva cuenta lo que había en la taza. Después de tantos intentos por fin le tome forma a las sobras del té. Aquellas manchas en el interior formaban una especie de calavera con una lengua que parecía ser una serpiente.
-La serpiente es el mal—dijo la profesora—una serpiente así, en su copa de té, es sin duda una mala señal, un mal augurio, usted es, sin ninguna duda, una persona maldita y hay un peligro en su vida. Tal vez la serpiente se refiera a la muerte...
-¿La muerte?—pregunté, estupefacta, y la profesora asintió.
-¿Qué hay de la calavera?—Pregunté, observando de nuevo la taza por unos segundos y después regresando la mirada a la asustada mujer.
-Eso, mi niña—Habló—Pareciera ser la señal de algo oscuro. Algo grande, se acerca, ¡viene por ti!
