DOS

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Seis años después

Freen se había pasado las últimas tres horas encerrada en esa habitación estampando su firma en la primera hoja de cada uno de los libros amontonados formando decenas de columnas a su alrededor. Le dolía la muñeca izquierda, y el cuello, y la espalda. Le dolía todo. – veintiocho años Sarocha, y mírate – pensó para sí mientras estiraba los brazos por encima de su cabeza.

Miró distraídamente la portada del ejemplar que acababa de firmar. Lejos de Eris, por Freen Sarocha. Ahí estaba. Dos años enteros de su vida dedicados a esas páginas en las que vació los tres años de terapia anteriores. Suspiró.

-Tuviste que saltar ¿verdad?- susurró para sí. - no pudiste simplemente dar la vuelta y venirte a comer una triste porción de pizza conmigo - acarició la portada del libro.

- Freen- una voz la llamó desde la puerta sobresaltándola. - ¿Cómo va la firma del próximo Best Seller? -

Un chico alto, moreno con el pelo cayendo sobre su frente y un aro plateado en cada oreja apareció en la habitación sacándola de sus pensamientos.

-Heng perdona, no sabía que estabas aquí. -

- Acabo de llegar, aparcar está imposible en esta zona últimamente. Qué tal estás eh, ¿preparada para el gran día? - preguntó el chico.

-Pues no te sabría decir Heng, la verdad - resopló -no sé.-

-Venga ya, has estado esperando este momento...toda tu vida. -

- Ya pero- titubeó - no sé. ¿Y si a la gente no le gusta? ¿Qué pasa si lo odian, Heng?-

-Nadie va a odiar tu libro - puso su mano sobre las de Freen que se movían erráticas sobre la mesa - Es imposible odiar tu libro. Es una historia preciosa y tú eres preciosa y mañana todo va a ser maravilloso.-

-Pero ¿y si la gente vuelve a pensar que estoy loca? -susurró.

- Nadie piensa que estés loca, Freen -

- Bueno, eso es relativo -

-No - dijo el chico poniéndose serio - ni estás loca, ni estuviste loca hace seis años. Freen, que no apareciera el cuerpo de aquella chica no quiere decir que - pero Freen no lo dejó terminar.

Levantó las manos deshaciendo el contacto físico que tanto le costaba tolerar y se recostó sobre la silla.

- Está bien Heng. No quiero volver a hablar de aquello. - cruzó los brazos sobre su pecho- De verdad, no es por ti, es simplemente que ya está. La chica saltó, desapareció y nadie jamás la reclamó y el inútil de mi cerebro se encargó de cortocircuitar para no recordar ni un mísero rasgo de su cara. Fin-

- Freen....-

-Venga, vámonos. Me muero de hambre .-

Se levantó rodeando la mesa sin esperar a su amigo que la miraba caminar con decisión hacia la puerta. Heng y Freen se conocieron hacía ya cinco años. Coincidieron en el grupo de terapia del centro al que acudió casi un año después del incidente en el puente. Freen no era una persona demasiado abierta, aunque Heng sospechaba que eso no siempre había sido así. Y el hecho de que pasara varios meses en la absoluta soledad consumida por la ansiedad y la depresión antes de ser arrastrada por Nam hasta el centro, había desdibujado bastante a la Freen que había sido antes de aquello. De esa Freen apenas quedaba nada. Tal vez solamente quedaba Nam.

Cinco años antes.

-Vamos Freen joder, coge el maldito teléfono -

Era la quinta vez que Nam se quedaba esperando los incesantes tonos de llamada sin obtener respuesta. Estaba en la puerta de casa de Freen, que llevaba varios días sin dar señales de vida. Al menos había cargado el móvil; si lo hubiera dejado morir Nam habría llamado directamente a los bomberos para que echaran su puerta abajo. Habían pasado seis meses desde aquella noche de primavera, y el verano había pasado arrasando con todo, destruyendo a Freen y todo lo que la rodeaba. Sus planes, sus esperanzas, todo. Y detrás de esa puerta, silencio. Como cada día que Nam intentaba verla.

Cuando Nam llegó al puente aquel día, Freen estaba sentada abrazada a sus piernas. Inmovil, con la vista perdida en algún punto entre todo aquel entramado de metal. Su móvil estaba en el suelo, con el contacto de Nam abierto como si el cerebro de Freen sólo hubiera reaccionado para contactar con su amiga para después apagarse. Nam salió del local en el que se había despedido de ella apenas media hora antes como una exhalación cuando la escuchó gritar algo sobre una chica que había saltado del puente.

Cuando llegó y la vio supo que algo había cambiado para siempre. Supo que aquella Freen que se había despedido de ella minutos antes ya no estaba, y le dolió en el alma no saber si algún día la volvería a ver.

Y ahí estaba Nam, de nuevo delante de su puerta, aunque fuera en otro lugar. Llamó al timbre y esta vez sí que escuchó unos pasos apresurados acercarse. Suspiró. La puerta se abrió y allí estaba su amiga, su hermana con un enorme gato naranja en brazos.

-Te has hecho de rogar ¿eh? - dijo Freen con un atisbo de ese brillo que solía tener en los ojos.

-Eso tú, perra. Que tenías que mudarte al otro lado del país - Nam sonrió. No se acercó. No hizo ademán de abrazarla, ni abrió sus brazos, ni saltó como se imaginó que sería su reencuentro después de casi dos años. Sin embargo vio los ojos de Freen. Esos enormes ojos marrones que recordaba totalmente vacíos y apagados, y ahora parecía como si hubieran recuperado un diez por ciento de lo que habían sido.

Freen esbozó una leve sonrisa -Realmente eres tú la que te has ido a la otra punta del país a trabajar. Yo me fui a dos horas de casa - Nam arrugó la nariz - Detalles irrelevantes - le contestó su amiga poniendo los ojos en blanco.

Nam y ella seguían en contacto todas las semanas, aunque Freen se mudara al terminar su tratamiento para empezar una nueva vida -la que tenía planeado empezar aquella noche- Y ahora su amiga del alma había volado hasta su nueva casa para asistir a la presentación de su libro, que se produciría al día siguiente.

-Lejos de Eris- leyó Nam sosteniendo el libro de Freen. - Qué maravilla Freen-

Sus ojos brillaban de orgullo mirando a su amiga que se hacía una bola pequeñita en el sofá. No se le daba muy bien recibir halagos y mucho menos sobre su libro. A veces, aún se encontraba a sí misma preguntándose por qué había escrito aquella historia. Por qué no dejaba ese pasado atrás y miraba solamente hacia delante. Y sin embargo, en lugar de cerrar esa puerta y no volver a abrirla, ella decidió escribir una novela. Se tenía merecida toda la ansiedad que estaba sintiendo esta semana.

-Bueno, tampoco es para tanto -

- Vamos Freen. Es tu sueño. Estoy muy orgullosa de ti, de que hayas llegado hasta aquí.- dijo Nam. Freen sonrió a medias. Tampoco tenía muy claro del todo cómo se sonreía. De hecho no recordaba cómo era el sonido de sus carcajadas y ver a Nam se lo recordaba dolorosamente.

-Mañana es el gran día, ¿todo bien? -preguntó su amiga

-Todo bien. Creo. Tal vez puedas conocer en persona a Heng finalmente -

-¿Heng? ¿tu compañero del centro Heng? -

- El mismo -

- ¿Tú alto y guapo amigo soltero que rondaba tus videollamadas y me saludaba desde el fondo?-

- Exacto.-

- Bueno, bueno -

- Nam...-

- Ya te lo dije, si es bueno contigo es bueno para mí. De todas formas a ti no te interesa ¿no? -

- Ya sabes que no -

- ¿Aún estamos así? - dijo Nam poniendo los ojos en blanco

- Así estamos -

- ¿Nadie?-

- Nadie. Y mejor así.-

-Pero Freen-

- Nadie, Nam. Nadie. Déjalo estar. -



Prestad siempre atención a las letras de las canciones. 

Son parte de la historia.



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LEJOS  DE  ERIS  • FreenBecky •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora