TREINTA Y DOS

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-Freen-

-¿Es la voz de Becky?- su propia voz sonaba en algún lugar de su cabeza.

-¿Freen qué ocurre? -

-Sí, es la voz de Becky ¿Pero dónde está? - su voz seguía sonando lejos. Lejísimos.

-Freen estoy a punto de echar la puerta abajo, por favor dime algo -

Freen abrió entonces los ojos. Estaba encogida en el suelo con la cabeza apretada entre sus brazos. No sabía cuánto tiempo llevaba así, pero le dolían las piernas, y la cabeza, y su cara estaba mojada. No por la lluvia esta vez. Dos surcos le recorrían las mejillas. Había estado llorando pero no lo recordaba. Necesitaba hablar, necesitaba decirle a Becky que seguía, al menos, con vida.

- Bec - su voz apenas salió de su garganta. Carraspeó - Bec estoy bien, dame un minuto -

- Por Dios Freen, casi me da un infarto-

La voz de la chica sonaba preocupada, susurrada con dulzura. Freen supuso que debía estar sentada al otro lado de la puerta porque sus palabras se colaban por la rendija que pegaba al suelo como si fueran polvo.

Reunió todas sus fuerzas para levantarse. No tenía otra opción más que ponerse aquella camisa de cuadros que ahora miraba de reojo con creciente desconfianza. No sabía qué narices había sido aquello, pero por alguna extraña razón, cuando se puso la camisa y el olor de Becky llegó hasta su nariz, su corazón pareció apaciguarse y su dolor de cabeza disminuyó como si hubiera sido magia.

Por fin abrió la puerta mientras se limpiaba los ojos. Becky se levantó del suelo de un salto. - Freen - dijo mirando a la chica - ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? -

Pero Freen no tenía intención de hablar de lo que había pasado. Ni siquiera podría explicarlo con palabras en ese momento, y mucho menos a Becky, que pensaría que estaba completamente loca. Así que hizo lo único que pensó que le ayudaría en ese instante. Dio un par de pasos adelante ante el asombro de Becky, y rodeó el cuello de la chica para abrazarla tan fuerte como pudo.

Becky de primeras no supo cómo reaccionar, aunque apenas le duró un segundo. En seguida sus brazos rodearon la cintura de Freen apretándola contra ella.

-Pero...- empezó a preguntar.

- ¿Tienes aquí alguna de esas mantas que siempre llevas contigo? - susurró Freen en su oído poniéndole la piel de gallina.

- Eh...- autocontrol Becky - Sí. Y un colchón de hecho -

- Genial - siguió susurrando Freen, como si le costara horrores elevar la voz. - Necesito tumbarme -

- Está bien - dijo Becky pensando que aquella era la señal para ir a buscar lo que Freen le había pedido. Pero la chica no la soltaba. -Freen...necesito que me sueltes para ir a por las mantas -

- Lo sé - se limitó a decir - ¿Podrías esperar unos minutos? - La voz de Freen parecía la de un cachorro asustado. El corazón de Becky se derritió.

- Lo que necesites, no me iré a ninguna parte hasta que tú me lo pidas -

Becky no supo cuánto tiempo se pasaron abrazadas, su medida de tiempo se basó en notar cómo el corazón de Freen volvía a un ritmo normal y su respiración se relajaba. No aflojó ni un ápice sus brazos alrededor del cuerpo de Freen, que respiraba pausadamente sobre su hombro, mientras que Becky con los ojos cerrados y su nariz pegada a la sien de la chica se debatía entre la preocupación y el torbellino de sentimientos que se peleaban en su estómago.

-Lo siento Bec, no sé qué decir - susurró Freen después de mucho rato en aquella posición.

- Eh, no pasa nada. Es un efecto nuevo que no esperaba causar con mis besos la verdad - rio. Freen también lo hizo y Becky se relajó.

- Eres más tonta...-

Por fin Freen se separó y miró a Becky a los ojos. Los tenía enrojecidos, como si hubiera llorado durante horas, pero en el baño solamente había estado diez minutos.

-Venga, ven. Vamos a buscar ese colchón - dijo cogiendo la mano de Freen para ir al almacén.

Estuvieron varios minutos peleándose con aquel colchón para quitarle el plástico que lo protegía hasta sacarlo a la zona principal del local sin romper nada. Por fin lo colocaron en el suelo y Becky sacó un par de mantas que estaban en el armario de la trastienda. Freen las identificó como las que usaba Patty para taparse las piernas los días de invierno cuando se sentaba tras el mostrador. Lo que no tenía muy claro es qué hacía un colchón en aquel lugar.

-¿Traes aquí a todos tus ligues?- dijo Freen con una media sonrisa viendo cómo Becky estiraba una de las mantas a modo de sábana.

-Claro, ¿no te parece una maniobra espectacular? - sonrió y Freen se puso nerviosa de nuevo.

- Tener un colchón en la trastienda no te hace parecer precisamente inocente, Rebecca -

- En eso tienes toda la razón - sacudió la cabeza - Aunque he de admitir que hubiera sido una historia mucho más interesante la de mis ligues durmiendo conmigo en la floristería lamento decirte que básicamente es el colchón antiguo de mi dormitorio en casa de Patty. Ella se empeñó en cambiarlo cuando me vine aquí así que decidimos guardar el viejo en este almacén -

Freen asintió y un calor se extendió por su pecho cuando pensó en que, si Patty se había tomado la molestia de comprar un colchón nuevo, era porque Becky se planteaba quedarse una temporada larga. Ese sentimiento la golpeó haciéndola sentir al borde del precipicio porque de pronto tuvo pánico ante la posibilidad de que Rebecca se marchara.

-Vamos, ven - dijo Becky animándola a tumbarse en el colchón. Hacía algo de frío y el pelo de Freen seguía mojado. Becky se recostó y extendió su brazo dándole a entender que se tumbara sobre él. Y Freen no podía imaginar un plan mejor que aquel.

Se tumbó descansando su cabeza sobre la clavícula de Becky y le rodeó la cintura con su brazo. Becky la abrazó y dejó un beso en su cabeza, largo y pausado. Respiró -Dios mío Becky, estás perdida - pensó cerrando los ojos mientras la tormenta seguía golpeando los cristales.  




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LEJOS  DE  ERIS  • FreenBecky •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora