CUARENTA Y TRES

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¿Cuánto tiempo habría pasado? ¿Una hora? ¿dos? ¿cuatro? Realmente el tiempo había perdido su condición lineal y simplemente giraba sin parar en torno a ellas dos. En aquella habitación atemporal solamente se escuchaban las risas, los susurros y las respiraciones que se agitaban y calmaban de forma cíclica, como en una espiral infinita.

La claridad entraba tímida por la persiana, proyectando pequeños círculos de luz sobre el colchón mientras Becky descansaba boca abajo con los ojos entrecerrados de agotamiento y la espalda salpicada de gotas de sol. Freen la miraba tumbada de lado pasando sus dedos por aquel patrón improvisado en la espalda de Becky, como queriendo reunirlos todos para hacer una bola enorme de luz y poder decirle -Mira, en esto me has convertido - Pero simplemente guardaba silencio mientras su mano se resistía a perder aunque fuera un mínimo contacto físico con ella. La quería. Dios mío claro que la quería. Estaba enamorada de ella y esa verdad le ardía en la piel tanto como algunos de los arañazos que Becky había dejado en su espalda. Sonrió recordando ese momento.

-¿Qué piensas? - preguntó de pronto Becky en un susurró.

- Pues si te soy totalmente sincera, estaba pensando en que debo tener unas marcas interesantes en la espalda - rio

- ¿Te he hecho daño? - abrió los ojos con preocupación.

- No Bec, claro que no - puso su mano en la mejilla de la chica - ¿Y yo? ¿te he hecho daño? -

- Oh no, créeme. Me has hecho muchas cosas, pero daño no es una de ellas - dijo Becky haciendo que la chica se sonrojara mientras reía. Estaba extasiada por la imagen de Freen riendo desnuda y despeinada - Eres preciosa - susurró mirándola directamente a los ojos.

- Tú eres preciosa - contestó Freen mientras la tapaba con la manta y se acurrucaba a su lado. Becky hundió la cara en su cuello e inspiró profundamente el aroma de Freen. - ¿Quieres dormir un rato? - Becky asintió ronroneando y a Freen se le derritió el corazón - Te... - su corazón dio un salto. - Te despertaré si quieres, antes de irme - carraspeó levemente.

- Está bien - asintió Becky acariciando el cuello de Freen con su nariz - buenos días, Freen - sonrió.

- Buenos días, Bec -

Becky se despertó cuando sintió la sábana fría bajo su cuerpo. Se había movido hacia el lugar donde debería estar Freen, pero la chica ya no estaba en la cama. Estaba desorientada después de haberse dormido prácticamente a las diez de la mañana sin haberlo hecho durante toda la noche. No tenía el teléfono cerca, así que decidió ponerse el pijama que le había dejado Freen la noche anterior, que estaba esparcido por el suelo de la habitación, bajo la atenta mirada de Sam que bostezaba a los pies de la cama.

Salió por el pasillo hasta el salón. Freen definitivamente no estaba, pero le extrañaba que no la hubiera despertado como le había dicho que lo haría. Cuando por fin encontró su teléfono vio que había una nota debajo.

Buenos días, ¿o tardes? realmente estoy desorientada. Me he tenido que ir a trabajar absolutamente en contra de mi voluntad. Dejarte durmiendo en la cama se ha colocado en el top de cosas que más me ha costado hacer en la vida, y créeme, tengo una lista curiosa. Estabas tan perfecta que me ha dado miedo hasta moverme a tu alrededor. De hecho, me he quedado mucho rato mirándote, por lo que agradezco que no te hayas despertado en ese momento para dejarme de psicópata. Estoy en el salón a unos metros de ti y ya te echo de menos. Espero que tú te despiertes igual y no sea como una de esas películas dramáticas en las que te arrepientes de todo y te marchas de la ciudad, porque tenía la esperanza de encontrarte en mi cama al volver (se te veía agotada como para dormir todo el día) -De quién será la culpa - pensó Becky sonriendo. Pero como imagino que te despertarás antes te dejo este párrafo gigante solo para decirte que aún no me he ido y ya estoy deseando volver.

LEJOS  DE  ERIS  • FreenBecky •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora