QUINCE

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Rebecca condujo aproximadamente durante diez minutos en dirección opuesta a la ciudad. Freen no tenía ni idea de a dónde la llevaba, pero todo parecía perder importancia mientras se quedaba mirando el perfecto perfil de Becky concentrado en la carretera. Freen sabía que estaba mirándola mucho más tiempo de lo considerado socialmente apropiado para alguien a quien conoces de hace poco tiempo, pero sentía que debía aprovechar esos momentos en los que Becky estaba distraída y desprevenida para memorizar sus rasgos. Como si no fuera capaz de soportar mirar a Becky a los ojos cuando ella le devolvía la mirada.

Se sentía extrañamente intimidada, y eso era bastante raro porque Freen hacía años que no se sentía de ninguna manera con ninguna persona. Pero Becky conseguía ponerla nerviosa, y convertirla en alguien torpe y poco elocuente. Y era escritora, por Dios. Otra cosa no, pero juntar palabras con sentido sí sabía.

Freen intentaba gestionar todo ese carrusel de información emocional mientras seguía con la vista clavada en la cara de Becky. -Yo no soy de ponerme nerviosa, pero empiezo a preguntarme si me he dejado pasta de dientes en la cara- dijo Becky con una sonrisa aún con la vista en la carretera.

Freen se tensó de pronto y no encontraba las palabras para explicar que sí, que se había quedado embobada mirándola. Pero no fue necesario porque Becky ya estaba parando el coche en lo que parecía la mitad de la nada -Hemos llegado- dijo desabrochando su cinturón de seguridad.- Vamos-

Freen tardó un poco en reaccionar, pero a estas alturas estaba más que convencida de que Becky creía que le faltaba un hervor, así que resignada, bajó del coche mientras veía cómo Becky cogía una manta y un par de cojines del maletero.

Caminaron unos cuantos metros hasta adentrarse en lo que parecía un prado. La hierba estaba crecida, gustosa en su altura tras las lluvias del invierno y las primeras caricias de la primavera. Becky extendió la manta y colocó los cojines a modo almohadas recostándose sobre uno de ellos. Miró a Freen, y luego al espacio que quedaba a su lado, y de nuevo a Freen.

-No muerdo, Freen-

- Pues qué pena - murmuró la chica de forma apenas audible

- ¿Qué? No te he oído-

- Nada nada, tonterías mías - dijo Freen sentándose lentamente sobre la manta.

- ¿No te tumbas?-

- ¿No te preocupan los bichos?-

- Esa no es forma de referirte a ti misma eh - dijo Becky sonriendo.

- Eres idiota - dijo Freen riéndose y automáticamente se llevó la mano a la boca con los ojos muy abiertos - perdona Becky lo siento no sé por qué te he dicho eso discúlpame.-

- Freen, tranquila- se reía al lado de Freen. Estaban tan cerca que la chica era capaz de percibir el calor que desprendía el cuerpo de Becky. Y aquello era extrañamente reconfortante. - no pasa nada, yo también creo que eres idiota. Ahora túmbate, ya casi pasa-

Freen no sabía de lo que Becky hablaba, pero mientras se tumbaba empezó a escuchar un ruido atronador a poca distancia que la hizo incorporarse. El brazo de Becky se puso en su hombro y Freen pudo sentir otra vez esa corriente eléctrica por toda su espalda -Sarocha, que te tumbes. - dijo Becky tirando de la chica hacia atrás hasta que por fin consiguió que se tumbara a su lado.

Sus hombros se chocaban y las dos estaban lejos de estar relajadas. Sin embargo no era para nada una situación incómoda. De hecho, si hubieran tenido que ponerle un nombre a lo que ambas sentían probablemente sería anticipación.

El sonido fue elevándose de volumen hasta el punto en el que Becky cogió los laterales del cojín sobre el que apoyaba la cabeza y se tapó los oídos, mientras le indicaba a Freen con la mirada que hiciera lo mismo. Y de pronto una masa de aire descomunal tiró de su cuerpo hacia arriba elevando sus cuerpos unos centímetros del suelo mientras un avión gigantesco despegaba pasando por encima de ellas

LEJOS  DE  ERIS  • FreenBecky •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora