CUARENTA Y SEIS

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Hola!

Aquí empieza la recta final de esta historia. Los últimos diez capítulos. Espero que os esté gustando y que continuéis con este viaje hasta el final.

Un abrazo.

R.

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A Patty se le congeló la sangre. Freen se acordaba. Aunque tal vez no supiera ordenar las imágenes, aunque no lograra ponerlo en palabras, Freen lo tenía todo para que las piezas encajaran en cualquier momento. Miró a Becky, aún de pie a su lado y se preguntó cuánto tiempo le quedaba a esa felicidad que irradiaba. Pero ella no debía intervenir, no lo había hecho en cinco años y no podría hacerlo ahora. ¿Acaso alguna de las dos la creería? Cómo empezar a desgranar algo que es inexplicable. Algo que es incomprensible. Cómo decirle a alguien que lleva años creyendo una verdad que no es tal, y cómo convencer a una persona de que el motivo que la destruyó no forma parte de su mundo.

Ni ella misma lo creyó en su momento, pero Patty había crecido en un casa en lo que lo inexplicable siempre acababa colgado en una pared rodeado de ecuaciones y de fórmulas matemáticas, así que cuando llegó el día en el que por fin escuchó la versión de Freen de lo que ocurrió en el puente, sintió que algo no encajaba. Lejos de aquella versión que dieron los psiquiatras de que Freen había alucinado, Patty sabía que había algo más.

Buscó durante horas las cajas en las que aún conservaba los diarios de su madre, sus anotaciones, sus apuntes llenos de datos incomprensibles para la mayoría de la gente, pero no para Patty. Y pasó mucho rato hasta que encontró lo que buscaba.

Sincronicidad. Esa era la palabra exacta. Su madre estuvo años estudiando aquel fenómeno, completamente convencida de que si dos eventos ocurrían exactamente en el mismo instante en dos realidades paralelas, podrían desencadenar una vibración extrema del tejido del universo, convirtiéndolo en algo tan fino como la seda, tan transparente como el cristal.

Cuando Patty encontró a Freen en la clínica, al principio pensó que los médicos tenían razón. La chica estaba totalmente destruida, consumida por una depresión ligada a muchísimos otros nombres. Pero eso no cuadraba con la historia que le había contado Becky meses atrás. Becky había ido al puente con la intención de quitarse la vida, sí, pero no lo hizo. Y Becky se marchó de aquel puente con aquella chica, se tomó un chocolate caliente con ella, y se despidieron sin más. Sin embargo Freen se encontraba en un estado de shock post traumático desencadenado por lo ocurrido aquella noche, y aunque ella no era capaz de dar demasiados detalles, estaba segura de que aquella chica saltó delante de sus ojos. De hecho, en la clínica le confirmaron aquella versión dada por su mejor amiga, Nam, que recibió la llamada de teléfono de Freen diciéndole que una chica acababa de tirarse desde el puente de Eris. ¿Cómo podía haber dos versiones de una misma historia? ¿Cuál de las dos mentía? ¿alguna lo hacía acaso? Patty se hizo tantas preguntas durante aquellos días que su cabeza quería abandonar sus hombros.

Volvió a hablar con Becky y le preguntó por los detalles. No por cómo se sentía ella, ni por cómo era Freen, si no por los detalles. Becky al principio pensó que la anciana estaba aburrida y divagando, pero aún así la información que le dio fue de gran ayuda. Esa bombilla estallando, ese cambio en el sonido del río, esa variación en la temperatura. Detalles que solamente alentaban sus sospechas de que algo fuera de lo normal había ocurrido en aquel puente.

A veces los eventos emocionales son tan fuertes y tan potentes que alteran la realidad. Al fin y al cabo, estamos hechos de átomos, de moléculas. Todo el universo se construye de la misma manera, y todo es susceptible de sus variaciones, y hay pocos eventos más determinantes en el universo que la muerte. Morir altera el tejido universal de una forma que no somos capaces de comprender y sin embargo, miles de personas mueren cada día y el mundo no se destruye. ¿Por qué entonces la muerte de aquella chica saltando del puente provocó esto? Patty no paraba de darle vueltas y vueltas a por qué esta vez sí cuando el resto no. Y entonces lo entendió: fue la decisión de morir.

Dos chicas. Dos realidades paralelas. Dos universos, y una misma decisión: morir. Aquello fue lo que provocó la sincronicidad. ¿Qué probabilidad existía de que dos versiones de una misma persona decidieran quitarse la vida a la vez? Eso desde luego no estaba en los apuntes de su madre, y sin embargo, Patty dedujo que aquello había debilitado tanto el tejido de la realidad que lo que era aquí ya no lo era, y lo que era allí no lo era tampoco. Y por maniobras del destino ahí estaba Freen, caminando por ese puente en el preciso instante en el que aquellas dos versiones de Becky se disponían a saltar a la nada. Dos versiones de Becky. Dos versiones de Freen. Dos desconocidas coincidiendo en el espacio tiempo de una realidad diferente, viendo a través de una ventana las consecuencias de una decisión que alteró el universo y las arrastró por un destino tal vez reescrito para ellas.

Y es que una Becky sí murió aquella noche, pero no fue Becky.

Y una Freen sí que pudo salvarla. Pero no fue Freen.



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LEJOS  DE  ERIS  • FreenBecky •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora