TREINTA Y UNO

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Freen escuchaba cómo Becky se movía por la trastienda mientras el viento huracanado seguía golpeando los cristales de los escaparates. Estaba temblando, ¿Qué se suponía que iba a ocurrir ahora? No había pensado en nada más allá de encontrar a Becky y contestarle en persona a ese último mensaje.

Mentiría si dijera que no había fantaseado con besar a Becky en más de una ocasión durante los últimos días, pero la realidad había superado por completo cualquier cortometraje que tuviera Freen en mente, y ahora todo en lo que podía pensar era en el calor de la piel de Becky sobre ella, y en que volvería en unos segundos de la trastienda y no tenía ni idea de qué decirle.

Becky estaba tardando más de la cuenta en coger algo de ropa para Freen porque su cerebro parecía no funcionar correctamente. Llevaba muchísimo tiempo deseando aquello. Demasiado. Años imaginando cómo sería tener de nuevo a Freen enfrente para confirmar que lo que sintió aquella noche en el puente no fue una locura ni producto de su imaginación. Aún así, no le había hecho falta besarla para darse cuenta. Ni siquiera tuvieron que interactuar la primera vez que Becky la vio, intentando mezclarse entre la gente en la librería el día del lanzamiento del libro de Freen.

Becky llevaba una vida bastante monótona, de clase a su apartamento, de su apartamento a clase. Tenía amigos, pero prefería estar sola la mayor parte del tiempo. Su contacto social más destacable eran las llamadas con Patty los miércoles por la noche, y sus interminables horas divagando por las redes sociales. Aquel día, como el anterior, y el día antes de ese, estaba en el sofá con su pijama de peluche mirando su teléfono cuando una publicación se coló entre las miles que veía al día. Sus ojos se abrieron de golpe cuando vio aquella foto, y su corazón se disparó. Ella sabía que Freen estaba en aquella ciudad, sí, pero ver una foto suya después de no haber visto su cara en años fue como una caída libre.

-Dios mío, es ella - pensó Becky mientras se incorporaba en el sofá - ¿Ha escrito un libro? ¿Lejos de Eris? No me lo puedo creer ¿Se habrá acordado?-

Se levantó y empezó a caminar por su diminuto salón en círculos.

- Tal vez no se haya acordado de nada, puede que el libro se llame así por cualquier otro motivo y no porque así se llamaba el puente, Becky - Resopló - Aún así, ¿Qué más da a estas alturas? Han pasado seis años. - volvió a mirar el móvil fijándose en que la publicación había sido promocionada por una librería citando a sus seguidores para la presentación del libro de Freen.

Becky se mordió el labio. Sabía que le dijo a Patty que no intentaría contactar con Freen después de saber que no recordaba nada. La anciana prácticamente le hizo prometer que no le hablaría a Freen jamás del tema, pero nunca le hizo prometer que no iría a buscarla en algún momento. Volvió a mirar su foto. -Está todavía más guapa que hace seis años, maldita sea - pensó - Bueno, Patty, yo te prometí no contarle nada y mantendré mi palabra. Pero hacerse la encontradiza no es un crimen - murmuró mientras bloqueaba su teléfono y se marchaba a su cuarto a preparar la maleta.

Y entonces la vio, sentada en el sofá con un chico alto de cabello negro y otra chica que parecía tener una pelea con una botella de champagne en la que iba ganando claramente la botella, y toda su piel reaccionó. La tenía a unos pocos metros después de tanto tiempo, y no podía acercarse. No aún. Así que hizo lo que había ido a hacer, cogió uno de los libros y abrió por la primera hoja como acto reflejo. Ahí estaba la dedicatoria de Freen y el corazón casi se le salió del pecho. Era para ella, no podía ser para otra persona. Acarició la portada. 'Lejos de Eris'. Lejos de aquel puente, lejos de ella, lejos de la vida.

Eris, a 95'7 unidades astronómicas alejado de la tierra.

-¿Bec? - La voz de Freen la sacó de sus pensamientos - ¿Estás bien? -

-Sí, perdón, ya salgo - dijo volviendo a la realidad mientras cogía un pantalón de chándal viejo y la camisa de cuadros que tenía colgada en el perchero. - Lo siento me he distraído - continuó mientras caminaba hacia Freen - Aquí tienes. No es que esté recién lavado pero tiene su toque vintage - Freen sonrió y alargó la mano para coger las prendas - ¿Te importa si entro a cambiarme? - ni de lejos estaba preparada para desnudarse delante de Becky - Claro, sí. Puedes pasar atrás - contestó Becky poniéndose nerviosa de pronto - No te preocupes - carraspeó.

Freen volvió a sonreír. Ver a Rebecca nerviosa era algo nuevo y extrañamente atractivo. Al menos ahora no era la única que parecía un flan.

Entró en el pequeño baño al lado del almacén en la parte de atrás de la floristería, y se quitó la ropa mojada. Se puso el pantalón de chándal sin prestar demasiada atención, y aprovechó para secarse algo el pelo con la toalla que había colgada tras la puerta. Obviaría que su ropa interior también estaba algo mojada porque se negaba a quedarse sin sujetador encerrada con Becky mientras la tormenta cesaba, así que buscó con la mirada la prenda superior que la chica le había prestado preocupada por si no debería mojarla. Y entonces la vio, una camisa de cuadros roja perfectamente doblada, y un destello detrás de sus ojos la obligó a cerrarlos con fuerza mientras un dolor punzante y prácticamente insoportable hacía aparición en sus sienes. Ni siquiera pudo gritar de dolor porque fue tanto y tan instantáneo que se quedó sin aire. Y entre el destello y el dolor una imagen apareció clara en su cabeza: una chica agarrada a una barandilla con una camisa igual a esa, ondeando al viento y de pronto, el sonido del agua. 


El desgarrador sonido del agua.




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LEJOS  DE  ERIS  • FreenBecky •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora