DIECIOCHO

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Habían pasado dieciocho horas desde que Becky la había dejado en el portal, y no exageraba si decía que de esas dieciocho, catorce las había pasado con el contacto de Becky abierto en la pantalla de su teléfono. Por un lado, agradecía el gesto de la chica de brindarle la oportunidad de ser ella quien iniciara la conversación, pero por otro lado sentía que si lo hacía demasiado pronto podría parecer desesperada por hablar con ella ¿Acaso lo estaba? Hacía demasiado tiempo que no estaba desesperada por hablar con nadie, así que tal vez estaba confundiendo las cosas. O tal vez no. Realmente Freen no sabía qué le ocurría con Becky, pero a veces simplemente la imagen de la chica sonriendo con sus tres hoyuelos se colaba en su mente, y el recuerdo de sus manos prácticamente una encima de la otra cuando estaban tumbadas bajo el avión le hacía unas cosquillas extrañas en la barriga.

Si tuviera que ser cien por cien sincera consigo misma, Freen debía admitir que estaba algo asustada con todo aquello. Con la necesidad de escribirle, con las ganas de que volviera a aparecer por sorpresa en la librería con cualquier excusa tonta, con el deseo de volver a verla. Pero en esta ocasión no era un miedo oscuro, ni paralizador; era un miedo distinto. Un miedo que sentía como si la empujara a hacer cosas que antes no se había planteado. Como si una llama se estuviera prendiendo poco a poco en su pecho.

-Mira Freen, ya está bien. Déjate de tonterías - pensó mientras cogía su teléfono y su tote bag y se disponía a salir de casa. - Tampoco es como si tú recordaras siquiera cómo era tener algo con alguien - se decía a sí misma mirándose en el espejo - Y Becky parece una persona bastante feliz, no quieres arrastrarla a tus movidas. No quieres - Cabeceó mientras se abrían las puertas del ascensor y salía al portal. Cualquier tipo de pensamiento se disipó cuando puso un pie en la calle y alzó la vista.

-Buenos días - dijo Becky apoyada sobre el coche que estaba aparcado justo delante de la puerta de Freen. La chica se había quedado con la boca abierta sin encontrar ninguna palabra en su cerebro para responder -Be...Becky - balbuceó ante la sorpresa.

-No te asustes, no me he pasado toda la noche aquí esperándote. Tenía la esperanza de que no te hubieras ido aún. ¿Te apetece un café? - preguntó ante la atenta mirada de Freen que todavía no entendía por qué Becky estaba allí tan temprano. Sin embargo, a una parte de su cerebro parecía no importarle en absoluto los motivos que pudiera tener Becky para estar allí, porque estaba profundamente complacido por verla.

-Me alegro de verte - Su complacido cerebro habló por ella. Freen se sorprendió porque no tenía pensado contestar eso. De hecho no tenía pensado contestar nada y no sabía de dónde había salido aquella voz.

-Yo también me alegro. Sobre todo porque hubiera sido un fracaso total esperar durante cuarenta y cinco minutos en tu puerta sin conseguir verte. - Becky seguía apoyada de forma casual en el coche. Y Freen la observó durante algunos segundos. Su pelo caía suelto y algo ondulado sobre sus hombros, como si lo hubiera dejado secar al aire. Llevaba puesto un jersey de cuello anchísimo de color mostaza, que dejaba ver dos finos tirantes de lo que parecía un top deportivo. Freen se detuvo más de la cuenta en la forma de su clavícula escondida bajo su pelo antes de sacudir de nuevo la cabeza intentando recomponer sus pensamientos.

-¿Llevas aquí cuarenta y cinco minutos? - preguntó sorprendida - Becky, estás loca y es muy temprano, ¿no has pasado frío? - qué clase de pregunta es esa Freen. - Quiero decir que, no sé, para la siguiente llama al portero automático o algo pero no te quedes en la calle.

-Hubiera sido bastante incómodo despertar a todo tu bloque intentando dar con tu piso -

- Claro. Eso es verdad - Freen se sintió algo tonta.

-No te estoy pidiendo que me digas donde vives. Tranquila - Becky parecía tener esa capacidad de acariciar las inseguridades de Freen antes de que la propia chica las identificara como una amenaza. -Había valorado la posibilidad de chillar tu nombre desde aquí como en La Vida es Bella, pero no me gustaría que tus vecinos me odiaran. Quién sabe, igual un día hasta los conozco y todo - dijo mirando de forma distraída las ventanas del edificio, algo perdida en sus pensamientos.

LEJOS  DE  ERIS  • FreenBecky •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora