EPÍLOGO

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Dos años después.
Sede de los Juegos Olímpicos. EE.UU.

—¡Golpea más fuerte Park!

La voz del chico inglés retumbó en los oídos de Jimin. Algunos de sus mechones, ahora castaños, revoloteaban en el aire y otros estaban pegados en su frente por el sudor.

Estaba enojado, molesto y frustrado. Llevaba una semana con los benditos entrenamientos rigurosos y la situación de no poder ver a Jungkook ya lo estaba matando. Entendía que ambos tuvieran horarios distintos, pero aún así era agotador que dichos horarios fueran completamente opuestos.

Apenas y se habían visto en la sede de los juegos esas semanas.

—¡Concéntrate!- regañó de nuevo su entrenador.

Jimin frunció el ceño.

—¡Eso estoy haciendo! —gritó con rabia, y con un feroz puntapié golpeó el protector, derribando al entrenador al suelo.

La sala anteriormente repleta de parloteo y charlas quedó en silencio. La respiración agitada de Jimin iba al compás de las gotas de sudor que descendían desde su cabello hasta su pecho. Estaba exhausto y todos pudieron notarlo. Era la primera vez que presenciaban a Jimin en tal estado: mejillas encendidas, labios entreabiertos exhalando jadeos fatigados.

Tres horas de entrenamiento no eran para menos.

El hombre de edad suspiró y se levantó del suelo, sobando la zona que Jimin había golpeado.

—¿Qué, estás cansado? ¿Quieres descansar?- preguntó desinteresado, quitándose las protecciones.

—Si me lo permites entonces si- contestó con el mismo desinterés.

Y si, a Jimin no le agradaba aquel hombre estadounidense ni tampoco tenía ganas de disimularlo, no cuando todo indicaba que el odio era mutuo.

—Entonces, vete a descansar. De todas formas, quedan cuatro días para tu competencia. Iremos reduciendo la duración de las prácticas, pero no sueñes con que serán menos intensas —advirtió antes de desaparecer por la puerta de monitores.

Jimin asintió, sintiendo la vista un tanto borrosa. Solo cuando el entrenador se alejó, pudo relajarse y permitirse desplomarse en el suelo. Sus piernas ardían, apenas sosteniéndolo en pie. Maldijo un par de cosas, se quitó la chaqueta e hizo lo mismo con el vendaje que cubría su abdomen. Unas manos llegaron por detrás suyo sobándole la espalda, sobresaltándolo.

—Hey tranquilo, Park. Soy yo —habló el chico japonés contra el que perdió los últimos juegos. Baekhyun no había ido con él, y ninguna persona de nacionalidad coreana estaba en su área. Estaba solo, pero por suerte Haruki resultó ser su apoyo esa temporada.

Haruki le ofreció una botella de agua, y Jimin la aceptó agradecido, dándole un largo trago. El japonés se sentó a su lado, apoyando la espalda en la pared y observando como Jimin se despojaba de sus protecciones.

—Te ves exhausto ¿El entrenamiento fue tan duro?

Jimin suspiró y asintió.

—Sí, no sé qué le pasa al entrenador últimamente. Parece que me quiere exprimir hasta la última gota de energía.

Haruki sonrió con comprensión.

—Entiendo ese sentimiento. A veces, los entrenadores olvidan que somos humanos y no máquinas- Jimin rió levemente con su comentario— ¿Y tu novio? ¿No lo has visto estos días?

La sonrisa de Jimin se esfumó. Su vista decayó a su manos temblorosas por la fatiga.

—No, no lo he visto. Está entrenando también.

Déjame Tenerte Otra Vez [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora