Capitulo 9

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EL PUNTO DE VISTA DE MAYA

-Capitán, ya están en marcha los protocolos para el ingreso de civiles esta noche. Nos espera una noche difícil. - dijo Ben después de que le permití entrar en mi oficina.

-Necesitamos tantas mantas como sea posible, ¿está la cocina lista para comidas calientes? - Pregunté después de revisar la hoja de cálculo frente a mí, había algunas cosas que ajustar antes de que comenzara a caer la tormenta de nieve.

-Sí, todo está bien. - Respondió. - Central ya ha llamado para decir que van a sacar nuestra estación de las posibles llamadas nocturnas para que podamos enfocarnos en brindar refugio a quienes lo necesiten. Aparentemente, solo nos llamarán en caso de una llamada de 4 o 5 alarmas.

-Estaba esperando esta confirmación para despedir el turno B. - Entregué unas hojas de papel y firmé el despido del turno extra que permanecía en la estación bajo mis órdenes. - Por favor, hágales saber a los chicos del turno B que pueden irse a casa.

-De inmediato, capitán. - Sonrió brevemente.

-¿Eso es todo? - pregunté y Ben asintió rápidamente.

-Ayudaré con la cocina. - Se señaló la espalda con el pulgar y salió de mi sala.

Al estar sola de nuevo, no pude contener los pensamientos tumultuosos que habían estado rugiendo en mi mente desde hace unas noches cuando casi pasé una noche increíble con Carina.

A lo largo de la cena me había ido entregando cada vez más a la mujer, la forma en que hablaba alegremente de sus historias de infancia, o cómo me escuchaba atentamente mientras hablaba de mi padre -lo que me sorprendió mucho porque todas mis alarmas internas se dispararon, queriendo evitar que siguiera con el tema, pero ella escuchaba pacientemente y eso me hacía sentir cómodo para seguir hablando- o cómo se le iluminaba la cara cuando yo Le hablé de mi medalla, todos estos momentos, cada uno de estos, me hicieron darme cuenta de que ella era mucho más increíble de lo que ya pensaba.

No puedo recordar la última vez que tuve una velada tan agradable con alguien, y fue una gran decepción cuando terminó tan inesperadamente.

Sus palabras y gestos hicieron que algo se resquebrajara dentro de mí y me hicieron enfrentarme a una verdad que seguía tratando de ocultarme a mí misma: no importaba cuánta terapia hiciera, las garras de mi padre se habían hundido demasiado profundamente en mí y me habían dejado heridas que nunca se cerrarían por completo. Seguí escuchando su voz en mi cabeza en todo momento, lo que exigía un poco más de vulnerabilidad y me daba ganas de llorar al darme cuenta de que todavía tenía mucho poder sobre mi vida.

-¡Hola, Maya! - Escuchar mi nombre pronunciado en voz alta me devolvió a la realidad. Andy estaba de pie frente a mi escritorio con la frente arrugada. - Llamé un par de veces...

-¡Está bien! Me distraí. - Lo confesé.

-¿Estás bien? -pregunté.

-Sí, mentí.

-¿Problemas de carril? - Me preguntó, así era como Andy se refería a mis traumas pasados. No había razón para ocultárselo.

-Sí -suspiré, aunque sabía que mi padre no era el único responsable de mis problemas y bloqueos. - Pensé que había superado algunas cosas, pero me di cuenta de que solo me había amoldado a los muros que él había construido dentro de mí.

-¿Hablas de Carina? - preguntó directamente, tirando de la silla frente a mi escritorio y sentándose frente a mí.

-¿Cómo lo sabes? - Le pregunté.

-Porque creo que los muros que rodean tu corazón son los últimos que hay que derribar. - Ella se encogió de hombros, como si esto no fuera gran cosa. - Te conozco desde hace diez años, Maya, he visto todos tus avances, he seguido tu resistencia a la terapia, te he visto florecer después de aceptar que hablar con un profesional era la mejor solución, pero nunca, en esos diez años, te he visto permitirte amar y ser amada.

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