Capitulo 26

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EL PUNTO DE VISTA DE CARINA

A veces me costaba convencerme de que merecía ser feliz y de que todo lo que estaba sucediendo en mi vida no era solo temporal, una fase tranquila que precedía a un futuro de caos y desesperación. Mientras crecía, así era como veía estos momentos de paz, era el momento en que mi padre finalmente se convencía de que sus medicamentos eran importantes para su bienestar, no había gritos, ni discusiones, ni humillaciones, casi parecía un tipo normal, pero entonces... Luego todo se fue por el desagüe.

Pero eso no es lo que estaba sucediendo aquí, ¿verdad? Estaba bien, feliz, en una relación, o casi-relación, con una mujer que, por Dios, me miraba como si yo fuera la octava maravilla del mundo y me enviaba flores, sacaba la silla para que me sentara cuando salíamos a un restaurante y me abría la puerta del coche con el único propósito de hacerme sentir apreciado y cuidado.

No solo fue una buena fase antes del caos, ¿verdad?

-¡Carina! - Maya cantó mi nombre después de presionar el timbre de mi casa al menos tres veces seguidas denotando su impaciencia y emoción. - ¡Bebé, vamos, vamos!

Era imposible contener la risa mientras corría hacia la puerta y terminaba de ponerme un chaleco sobre el suéter.

-¿Quién es? - Le pedí que me burlara de ella, apoyándome contra la puerta, quitando un gorro de la percha detrás de ella y deslizándolo rápidamente sobre mi cabeza.

-¡La mujer que te ama! - Me mordí el labio inferior ante su respuesta, aún era extraño escuchar estas palabras saliendo de la boca de Maya, era aún más extraña la sensación de excitación y mariposas en el estómago que me causaban sus palabras, y sinceramente esperaba que esta reacción de mi cuerpo nunca dejara de existir.

-Oh, muchas mujeres me aman. - Le respondí, insistiendo en las burlas y pude escuchar a Maya resoplando al otro lado de la puerta.

-En realidad, eso podría ser absolutamente cierto, quiero decir, la gente tiene ojos, y te ves como te ves, así que es un hecho que muchas mujeres y muchos hombres deben adorarte, rogar por lamer el suelo que pisas, oh gran diosa italiana. - Maya habló entre risas. - Pero no estoy seguro de que todos te hagan temblar llamándote buena chica.

Y así, abrí la puerta para interrumpir sus palabras por temor a que sus amigos estuvieran con ella en mi porche -por suerte, no estaban allí- y fui recibido por fuertes brazos que rodeaban mi cintura mientras Maya me llevaba a la casa en medio de mis chillidos de sobresalto.

-¡Alguien está emocionado! - Comenté mientras me dejaba en el suelo, y la respuesta que obtuve fue su boca sobre la mía. Su nariz y sus labios estaban fríos, Maya sonreía abiertamente, lo que dificultaba el beso en sí, y creo que nunca la había visto tan excitada.

-¡Nos vamos a acampar! Y después de mi chequeo de 30 días ayer, estoy completamente autorizado para una actividad física más extenuante. - La rubia parecía que quería saltar de emoción y la gran sonrisa en sus labios derritió mi corazón.

-Es una lástima que no pueda aprovechar su autorización para realizar una actividad física extenuante durante nuestro viaje. - Dije, agarrando ambos lados de la solapa de su chaqueta, acercándola de nuevo a mí antes de inclinar mi cara y mordisquear su labio inferior, tirando de él suavemente antes de succionarlo en mi boca.

Oh, cómo me encantaba besar a Maya. Siempre era delicioso escuchar los murmullos que corrían inconscientemente de su garganta mientras pasaba mi lengua por sus labios, sentir el suspiro que soltaba cuando le chupaba la lengua contra la cara, o relajarse con el cálido roce de sus manos en la base de mi espalda mientras me acercaba aún más; todas las reacciones de la mujer que tenía clavada contra mí en ese momento solo me instaron a quitarle la ropa y llevarla allí mismo.

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