HISTORIAS DEL MBTI PARA LEER SI NO PUEDES DORMIR

CAPÍTULO 25

Hemos pasado un día genial. INTP se ha divertido muchísimo y yo también. Nos hemos montado en el famoso "dorado", en unos cuantos para niños pequeños, hemos ido a comer y hemos hecho más cosas. Ahora estamos en el coche. INTP no quiere jugar con el móvil, quiere hablar conmigo.

— TJ, ¿te acuerdas de cuando estábamos en ese que es como una cascada y tú has dicho eso?

— Ja. ¿Y cuándo tú no querías ir a ese y al final decidiste venir porque si no te irías a comprar unos snacks y no tú querías gastarte el dinero?

— Al final estuvo bien, lo reconozco.

— Ya.

— TJ, escucha esto — me dice INTP emocionado y me acerca su teléfono al oído.

— Es la...

— Sí. ¿Te acuerdas?

— ¡Por supuesto que me acuerdo! INTP, ¿podrías cantarla conmigo, por favor?

— ¡Sí, claro!

INTP y yo empezamos a cantar una canción infantil. ¡Qué recuerdos! Hacía tanto de eso... Mis padres están flipando, pero me da igual. Lo único que quiero ahora es hacer cosas con mi hermano, aprovechar el poco tiempo que me queda con él.

La canción acaba y empezamos a reírnos a carcajadas. (Sí, yo soy capaz de reír.)

Todo el viaje hasta casa nos lo hemos pasado riendo, cantando, contando chistes, explicando anécdotas... Por fin estamos en casa. INTP deja su chaqueta y un conejo de peluche enorme que se ha comprado con su dinero. Mi padre nos ha dado cien euros para gastar allí, pero yo no he gastado ni un céntimo, en cambio, INTP se ha comprado un peluche de cuarenta euros. Pobre INTP, no sabe gestionar su dinero, siempre acaba comprando de más.

— IN, ¿te lo has pasado bien?

— Chachi. Creo que me lo he pasado mejor en el coche que en las atracciones.

— ¿Pues sabes qué? Que creo que yo también. ¿Qué hora es? Ah, las doce. Está bien, podemos estar despiertos un rato.

— No. De despiertos nada, niños. A dormir.

— ¡Mamá! Pero si mañana no hay clase.

— INTP, estáis cansados.

— Yo no estoy cansado. INTJ tampoco.

— Vale, podéis estar un rato despiertos, pero calladitos, ¿eh? A y media, a dormir.

— Pues vale. INTJ, vamos a tu cuarto, que el mío está hecho un asco.

— Vamos, pequeñajo. Quien llegue primero es un feeler podrido.

— Ja, te voy a ganar... Espera... INTJ, has dicho "quien llegue primero", ¿no? Pasa tú.

— No, no, pase usted, señor.

— No, insisto.

— Pero yo insisto más. Pase.

— Que no, señor, que usted primero, jopetas.

— Vale, lo cambio. Quien llegue último es un feeler podrido. ¡Ja!

— ¡Eh, no vale! Eso es trampa. ¡TJ, espera!

— ¡Niños, que no chilléis!

— Perdón. Es que INTJ es un tramposo.

— Ya casi hemos llegado. Te voy a ganar.

— ¡No!

— ¡Gané! Pero no pasa nada. Tú tampoco eres un feeler podrido porque no has llorado.

— ¡Serás!

— Te aguantas, pequeñajo.

Una vez en mi cuarto, nos sentamos en mi cama y empezamos a hablar sobre temas aleatorios que nos interesan. No puedo tener una conversación así de estimulante con mis padres, es por eso que aprecio a mi hermano, entre otras cosas.

— Y por eso podemos concluir con que... INTJ, ¡guerra de almohadas!

— ¿¡Qué!? ¿De la nada? Espera, yo no tengo almohada. Ah, mira, esta. Pero es muy pequeña.

— Me da igual, ¡esto es la guerraaaaa! ¡Toma! ¡Toma esta! ¡Y esta! — INTP empieza a golpearme.

— No me voy a rendir, hermano. ¡Me traicionaste! ¡Pero no voy a caer en tu trampa!

— ¿Qué dices, tío?

— No sé, me meto en el personaje.

— Pues entonces... ¡Sin piedaaaaad! — INTP levanta su almohada (no, espera, MI almohada) para golpearme y yo me protejo con la mía.

— ¡Niños, ya es tarde! ¡A dormir!

— ¡Jolín, mamá! — se queja mi hermano.

— Bueno, hoy no podrás asesinarme.

— Pues mañana lo hago, ya ves tú el problema.

— Ja, ja. Tira a tu cuarto. Hasta mañana, pequeñajo.

— Hasta mañana.