CAPÍTULO 22

58 4 3
                                    

Mi padre vuelve y nos encuentra haciendo cola en la entrada. Estamos a punto de entrar.

— Cariño, ¿has aparcado muy lejos?

— Bueno... Lo siento, no hay aparcamiento en ningún sitio.

— ¿Y dónde has dejado el coche? ¿Volando?

— No, INTP. Ya he encontrado un sitio.

— Ah... Entiendo...

— Cuánta cola, ¿no?

— Sí. Los niños quieren comprar algo. Se han dejado las galletas.

Por fin entramos en el parque. Yo me voy con INTP a la tienda a comprar algo.

— INTP, no compres chuches.

— Ah, claro... — dice sujetando un paquete de chuches.

— INTP, cómprate algo sano y nutritivo.

— Jolines, TJ...

— Cualquier cosa. Bueno, menos chuches, patatas, caramelos, chicles...

— Cojo estas. Son con tomate.

— INTP, te he dicho que nada de patatas. Y no contienen ni un cinco por ciento de tomate. Bueno, da igual. Anda, cómpratelas... si te hace feliz.

— Gracias, hermano favorito.

— No tienes otro. Y deja de hacerme la pelota, pesado.

INTP y yo salimos de la tienda. Mis padres están mirando su folleto.

— Habéis tardado mucho, niños.

— Es que INTP es un pesado, mamá.

— Ah, bueno. Vamos a algún sitio, ¿no, chicos?

— ¡A ese dorado!

— INTP, cariño, a ese iremos después, que está muy lejos. ¿A cuál queréis ir ahora?

— IN, mira ese tren. Tenemos que ir. Mamá, papá, vamos a este — les digo mientras se lo muestro con el dedo.

— Muy bien, pues vamos.

— Mamá, ¿después podremos ir a esas barquitas para peques? Es que me quiero reír un poco — dice INTP. A veces se comporta de manera infantil, quiere refugiarse en sus recuerdos pasados y sentirse como un niño.

— Allí solo cabes tú, pequeñajo. Es broma, yo también iré.

— Niños, no... Ya tenéis una edad, esto es... Bueno, en fin...

Mis padres se dirigen hacia el tren y nosotros vamos hablando sobre chorradas que sin embargo tienen sentido, al menos desde un punto de vista puramente racional. Me siento extremadamente feliz con mi hermano aquí, haciendo cosas juntos. Cada día me da más pena tener que irme a la universidad, pero es lo que hay.

— INTP... ¿Qué harás cuando yo estudie fuera?

— Pues... estaré tranquilo. Por fin un poco de paz en esta vida.

Yo sé que no lo dice en serio. Después de su confesión de anoche, tengo aún más claro que INTP me quiere, que no me quiere más porque no puede. Ese tema queda entre nosotros, y actuamos como si no hubiera pasado nunca. Los dos sabemos qué pasó, pero jamás volveremos a tocar el asunto.

— Niños, ya tenemos los cuatro tickets. Vamos, peques.

— Aquí el único peque soy yo, ¿eh?

— No, INTP, tú eres el pequeñajo, yo soy el peque.

— ¡Yo soy el ñajo!

— Sí, sí, muy bien. Es un buen nombre para una empresa: "Ordenadores Ñajo".

— No, qué cutre...

Por fin nos montamos en la primera atracción. Aún faltan unas horas para irnos, así que tenemos mucho tiempo para... No. No puedo pasarme un día entero montando en atracciones, e INTP tampoco. Prefiero hacer actividades más tranquilas, como leer, sentado, sin moverme del sitio, sin estímulos externos... Solo yo, mi libro y mi mundo interior...

HISTORIAS DEL MBTI PARA LEER SI NO PUEDES DORMIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora