CAPÍTULO 116

22 3 5
                                    

Hoy he quedado con INFJ para ir a algún sitio. Ya ha llegado a mi casa.

— INTJ.

— Qué bien que ya no tenga que hablar con indirectas.

— Te quiero — decimos a la vez y nos reímos.

— INTJ.

— Te gusta pronunciar mi nombre, ¿eh?

— Ahora ya sabes por qué. Porque te quiero, y te quería desde hace tiempo.

— Qué alivio. INFJ, ahora ya no tendré que estar persiguiéndote y sufriendo por ti. Eso es maravilloso. Saber que tú también me amas ha sido la revelación más satisfactoria del mundo.

— Mira que éramos estúpidos. Agonizando hasta el último día.

— Me he querido declarar tantas veces... Pero me daba miedo perderte, que me rechazaras y no quisieras volver a saber de mí.

— Ya ves que no, INTJ.

— Pero por fin estamos juntos y tenemos las dudas resueltas. INFJ, te amo — me acerco a INFJ y ella me besa —. INFJ, espero verte más a menudo este verano. Quiero que estés conmigo todos los días. Este verano va a ser fantástico, ya lo verás.

— Tenemos que aprovecharlo al máximo. Quién sabe si te volveré a ver tan a menudo.

— INFJ.

— ¿Sí?

— ¿Sabías que soy un drogadicto?

— ¿Qué?

— Porque enamorarse tiene un efecto neurológico similar al de drogarse con cocaína.

— Ah, vale. Me había asustado. Pues estuvimos drogados durante mucho tiempo. Y aún lo estamos.

— Ahora vamos a entrar en una fase peor.

— ¿Por?

— Vamos a entrar en la fase del amor romántico, que es bioquímicamente indistinguible de tener un trastorno obsesivo-compulsivo severo.

— ¿De verdad?

— Sí. Pero tranquila, si quieres tranquilizarte, dame la mano.

— ¿Y eso por qué?

— Porque... tomarse de la mano de un ser querido puede aliviar el dolor físico, así como el estrés y el miedo.

— Pues entonces sí que te voy a dar la mano.

— ¿Puedo mentirte para que me des un abrazo? ¿Puedo decirte que si me abrazas, todos tus problemas desaparecerán mágicamente?

— No tienes que mentir, solo dime que quieres mimitos. Igualmente, si te abrazo, sí que desaparecerán mis problemas.

— Qué mona eres, INFJ — le digo tocándole la cabeza.

— ¿Dónde quieres que vayamos?

— No sé. A un lugar donde estemos solos tú y yo, un lugar relajante... INFJ, ¿te parece que vayamos al bosque?

— Ya sabes que me encanta ir al bosque.

— Por eso lo he dicho. Venga, vámonos.

INFJ me da la mano y empezamos a caminar. Nunca le había dado la mano a alguien. Bueno, creo que a INTP se la he dado alguna vez, cuando era pequeño y tenía que estar controlándolo para que no se perdiera. Obviamente, esta situación es diferente. Nunca pensé que me daría la mano con INFJ. Me encanta esta sensación. El saber con certeza que INFJ siente lo mismo por mí me produce una gran satisfacción. Me encanta estar con ella, y espero hacerlo durante todo el verano.

Ya hemos llegado al bosque.

— Qué bonito que me hayas traído aquí.

— Ya. Es que me encanta el bosque. Y me encantas tú.

— INTJ... — INFJ se sonroja.

— Te quiero, INFJ — le digo apretando su mano.

— Y yo a ti. Por fin. Por fin juntos.

— Siempre hemos estado juntos.

— Ya, pero no así — dice mirando nuestras manos entrelazadas —. Por fin juntos tú y yo.

A INFJ se le cae una lagrimita. Se ha emocionado.

— INFJ, no llores.

— Te quiero tanto. Tanto tiempo intentando que... Oh, INTJ, soy tan feliz... aquí... contigo...

— Nada nos va a separar, ¿entiendes?

Le tomo las manos con fuerza y la miro a los ojos. Ella me devuelve la mirada y sonríe.

— INFJ... — le digo tocando un mechón de su cabello.

Ella se acerca más a mí y me mira con su encantadora sonrisa en su rostro.

— INFJ, dentro de una semana te diré una cosa.

— Puedes pedírmelo ahora. Sé que estaremos juntos semper et in aeternum.

— Idem. Pero ya te lo diré más adelante.

HISTORIAS DEL MBTI PARA LEER SI NO PUEDES DORMIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora