El rugido salvaje /Yoonmin (Omegaverse)

El sabor de la victoria

Jimin inocente, se había acercado para felicitar a su Alfa, pero cuando sus miradas se conectaron, pudo reconocer el fuego de la lujuria rugiéndole directamente en su oído. La toma tradicional, la había olvidado por completo. Sintiéndose extrañamente tímido para su yo habitual, pero sentía que no era para menos, cuando su Alfa emanaba un aura imponente que parecía obligarlo a someterse. 

Por alguna razón primaria, únicamente después de ganar una batalla con otro Alfa, los Leones Alfas podían trasmutar en una forma bestial, donde su cuerpo humano era mas grande y peludo. Aquello parecía ideal para enfrentar a un enemigo mayor, sino fuera porque los Leones parecían entrar en una rutina de apareamiento, por lo que solo podían pensar en copular por doce horas. Jimin estaba atemorizado ante la perspectiva, sin embargo su cuerpo estaba indiferente al peligro, pues subió la temperatura y mando todos sus esfuerzos a los órganos sexuales, que se hincharon y empezaron a lubricarse copiosamente, listos para la acción. 

Yoongi se irguió en toda la gloria de un vencedor, con su abundante melena salpicada de tierra y su tonificado cuerpo bañado en sudor, parecía brillar bajo la luz de la mañana. Con cada paso que daba hacia Jimin, un aura de feromonas se liberaba al aire, una señal inequívoca de su dominio recién afirmado.

El Omega vibro de anticipación, sintiéndose de nuevo como una presa, pero bajo tal amenaza, no fue capaz de mover un solo musculo. El aire entre ellos vibraba con el poder de las feromonas, con el Alfa llamándolo agresivamente, envolviendo su cuerpo como una tormenta atronadora.  

Yoongi, guiado por un impulso primitivo y una necesidad que nublaba todo a su alrededor, redujo la distancia que los separaba. Se encontraron en medio de una multitud que, instintivamente, abandonaron el lugar.

En un instante, sus bocas se encontraron en un beso desinhibido, donde Jimin fue notablemente superado, obligado a rendirse y recibirlo sumisamente. Los colmillos de Yoongi rozaron los labios del Omega, provocándole un escalofrió por lo fácil que la fricción lacero la piel. Era abiertamente amenazante, solo necesito la fuerza de su lengua para forzarse en la suave cavidad ajena, reclamándola a su gusto.

Jimin, abrumado por la intensidad de Yoongi, se sintió ahogar en sus propias feromonas, todo mezclándose en un torbellino de aromas y sensaciones. Sus garras se entrelazaron en la melena del Alfa, tirando con una posesividad que solo un Omega de su calibre podía ostentar. 

Cuando lo dejaron ir, suspiro derrotado, completamente sin aliento. Se dejo caer contra el cuerpo de su Alfa, que no perdió el tiempo en alzarlo, envolviéndolo en fuertes brazos que lo magullaron de todas las formas correctas. Jimin sentía su corazón agitado como nunca antes, mientras era llevado como un trofeo hacia su territorio. 

En la seguridad de su tienda, fue depositado en suaves pieles, quedando a la altura de la polla de Yoongi. No habían tenido la oportunidad de conocerse de esa forma, pues el Alfa siempre estaba muy ansioso de dejarla clavada dentro de Jimin. Pero en esta ocasión, el Alfa estaba mas interesado en ser servido. 

Pasando saliva, el Omega rodeo el falo, que se encontraba notablemente más hinchado por la forma bestial en la que estaba su portador. Era prominente, aunque solo unos centímetros más grandes, estaba mucho mas gruesa, surcada por venas furiosas que hacían que las crestas se vieran rojas.

Solo con sus labios abarcando la punta, se sintió completamente superado. Sus palmas temblaban mientras se paseaban inseguras por la caliente superficie. Saco la lengua y comenzó a lamer, sumándose a sus intensos desordenados por complacer al Alfa. Su pareja le gruñía divertida desde arriba, a veces paseando la punta por sus mejillas, untándolo de pegajoso préseme. 

Yoongi le acaricio la mandíbula, un movimiento engañoso que termino dejándolo prisionero de aquellas garras, que lo forzaron a abrir la boca, recibiendo centímetro a centímetro la erección. Estiro sus labios hasta que dolieron, posicionándose pesado sobre su lengua y dejándole grabado el sabor de todos esos fluidos.