El rugido salvaje /Yoonmin (Omegaverse)

Ataque en la ciudad

Yoongi llegó por fin al departamento, estaba realmente exhausto, de una forma mental más que física. Dispuesto a dejar el mundo atrás e irse a dormir, comenzó a sacarse toda la ropa, sintiendo un alivio cuando el fresco ambiente golpeó contra su piel, ya libre de todas las ataduras de la ropa. Entre sus pertenencias desparramadas, las arrugadas entradas a un teatro le recordaron todos los inconvenientes. Planeó tener una cita con Jimin, cualquier evento agradable que fuera diferente en su rutina, que lograra acercarlos más.

Pero al pensarlo con detenimiento, se vería mal, dañaría por completo su imagen. ¿Cómo iba a presentar a un omega, cuando la muerte de su antigua pareja aún estaba fresca? Era demasiado inmoral. No podía hacer lo que quisiera, cuando el clan de la ciudad tenía una reputación que mantener.

Sumergido en sus pensamientos, consideraba sus opciones limitadas, un laberinto de convenciones sociales y expectativas familiares. La idea de romper con todo para estar con el León salvaje, era lo que realmente quería. Hasta su tío Taehyung cambió su perspectiva, y estaba buscando un codirector que vigilara por él grandes periodos de tiempo, para solo venir un par de veces al mes. 

La decisión se cristalizó en su mente: dejaría su trabajo en los negocios de la familia, una existencia que le resultaba cada vez más ajena y restrictiva. Su verdadero llamado estaba junto a Jimin, en el territorio salvaje, donde podría demostrar su valía no solo como Alfa, sino como compañero y protector del preciado Omega Líder.

Yoongi sabía que no sería fácil. El territorio salvaje era un mundo aparte, regido por leyes antiguas y peligros inimaginables para aquellos acostumbrados a la comodidad de la ciudad. Pero estaba decidido a probarse a sí mismo y a los demás que podía proteger a Jimin, no solo con palabras, sino con acciones. Su entrenamiento se convertiría en su prioridad, una preparación esencial para los desafíos que les esperaban. 

Entró al cuarto del Omega, esperando encontrar su suave figura rodeada de las deliciosas feromonas. No había nada, solo un débil rastro. El Alfa corrió, revisando cada rincón del departamento, sintiendo el pánico crecer con cada infructuoso intento. Estaba más que comprobado que Jimin no estaba allí... ¿Se había ido? No podía ser, Hoseok había puesto una barrera en todo el lugar.

Llamó rápidamente a los guardias, ordenándoles buscar al Salvaje por todo el lugar. Debía encontrarlo, algo definitivamente debió pasarle. Jimin no se iría sin avisarle, si el Omega hubiera encontrado una manera de burlar la barrera, le hubiera dicho.

Yoongi estaba en lo correcto, el Omega de León solo fue a dar un paseo, justo con el permiso de Hoseok, que sintiéndose culpable lo dejo salir. No buscaba escaparse, solo que era una criatura salvaje, ¿cómo iba a quedarse tanto tiempo encerrado? Necesitaba salir y estirar las patas. El problema es que algo lo detuvo de volver al departamento, antes de que su Alfa volviera.

Jimin había salido desde temprano, caminaba por las calles de la ciudad, una pequeña utopía para los cambia-formas de toda índole, en especial para los considerados presas, que vivieron muchos siglos bajo la presión de lo depredadores. El salvaje sabía que sus antepasados hicieron cosas terribles, hasta a los suyos propios, esclavizando a los Leones débiles que renegaron de su legado y cambiaron de apariencia. 

Los depredadores tenían una posición delicada por estas tierras, por lo que a pesar de su necesidad de libertad, no podía evitar sentirse ligeramente abrumado por las miradas que atraía. Su presencia era magnética, su apariencia impresionante: la combinación de su elegante figura y la aura de líder Omega lo hacían imposible de ignorar.

La gente se detenía a su paso, algunos con una mezcla de admiración y temor en sus ojos. Los cambia-formas estaban acostumbrados a colores extravagantes, pero Jimin era una excepción. Su cabello rubio parecía brillar como el oro, como si pudiera igual al gran astro.