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Idiotas

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¿Terminar qué si no eran algo?

Paso por alto el comentario cruel de mi conciencia y titubeo sin saber que decir.

—Yo…

—¿Tu qué? —se relame los labios—. ¿Puedo pasar?

Me hago a un lado y ella entra. El peso que siento es inmenso sabiendo todo.

—Linda casa —comenta y medio sonrío invitándola a sentarse en un sofá y yo me siento en otro—. En la tarde me llamó y dijo que iría a la casa porque quería hablar algo conmigo —la miro en silencio, rogándole a Dios que se calle, aunque sé que no va por ahí—. Creí que era algo para por fin formalizarlo todo, pero no —mira a otro lado y juega con sus manos, y puedo notar el brillo en sus ojos—, resultó ser lo contrario. Me dijo que no podíamos seguir con esto porque me veía como una amiga, que el día que nos acostamos fue… un error, y haría cualquier cosa por remendarlo y nunca haberlo hecho —pasa saliva y yo me remuevo en el mueble, incomoda por la situación—. Dijo que por fin estaba siendo sincero conmigo y que no querría tener una relación conmigo porque ahora tenía otras cosas en mente.

Me muerdo el labio inferior. Es extraño. Me siento mal por ella, pero a la vez el pensar que Damon lo hizo por otras razones me remueve algo dentro; no obstante, la culpa que recae en mí, es más grande.

Otra vez yo, Tatiana García, cagándola.

Me paso a su lado y ella aparta una lagrima rapido de su mejilla, sin mirarme.

—Lisbeth, de verdad lo siento mucho —me rasco la cabeza—. No sé qué decirte en serio.

—He estado tanto tiempo sintiendo cosas por él, Tatna —noto que trata que su voz no se quiebre—. Me sentí tan enamorada y ahora me sale con esto luego de… hacerme creer que sí —inflo mis mejillas y la cara de Owen aparece en mi mente con eso último—. Es un hijo de perra —masculla, resentida—. No sé qué mierda hice para que todas mis relaciones salgan mal —me siento señalada, y prefiero no decir nada, pero la rubia me mira—. Disculpa, no quería…

—Tienes razón. No tienes porqué disculparte.

—Es que… soy de pocas amigas ¿Sabes? —menciona—. Me llevé bien con Sandra en algún momento, pero siento que… no sería buena para esto.

—Y acudes a mí —resoplo, sarcástica, y Lisbeth suelta una risita.

—Eres ocurrente y me subirías el ánimo —le doy una media sonrisa.

—Mira, no soy buena para estas situaciones, pero como bien lo dices, te puedo subir el ánimo —me levanto—. Espérame aquí.

—¿A dónde vas?

—Salgamos. Así distraes un poco la mente —hago un gesto con las manos—. Conozco un sitio lindo.

Así que, unos quince minutos después de arreglarme, salgo con ella.

No sabría decir cómo me estoy sintiendo, aunque el mal sabor que me deja esto pasa un poco viendo a Lisbeth seguirme, pero a la vez no…

¡Tengo que hablar con Damon!

Respiro profundamente, esperando que llegue el taxi que pedimos, y en eso le saco tema de conversación a Lisbeth, tanto para distraerla a ella como a mí, ya que si sigue pensando en la situación ella se siente mal, luego yo, aunque bueno… ¿Me debe importar cuando Damon "terminó" con ella por mí?

—Tatna —parpadeo varias veces al llamado de Lisbeth y me mira de una forma extraña… siento algo raro, no obstante, lo ignoro y sigo el movimiento de su cabeza señalando que llega el auto. Nos subimos y de nuevo trato de despejar mi mente pasando por alto algo punzante en mi pecho.

ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora