30

12 2 0
                                    

Todo desaparece

|

¿Todavía es miércoles?

Bostezo, frotándome los ojos e incorporándome en la cama, tratando de aclarar mi vista, aunque la oscuridad en la habitación es más. Sabrá Dios en qué momento me quedé dormida, pero la pesadez en mis ojos me advierte lo terrible que debo verme. Resoplo, rascándome la cabeza.

—Que mierda —digo en un susurro, viendo la hora en mi celular. ¿Cómo van a ser las 1 de la mañana? ¿Tan exhausta estaba?

Bueno¸ sí. No he dormido nada bien estos días.

Tardo varios segundos en centrar mi cerebro y bajo de la cama con pasos arrastrados. Tengo hambre. Demasiada. Me pregunto si Damon habrá preparado o comprado algo. Ojalá y la segunda.

Abro lentamente la puerta, mirando que no esté nadie y bien, hasta que mis ojos captan una sombra a mis pies robándome un exalto al corazón¸ aunque cuando golpeo el interruptor encendiendo la luz, suelto un suspiro de alivio reconociendo a Damon sentado en el suelo¸ apoyado en la pared, con la mirada en un punto cualquiera del piso.

—Por fin despiertas.

—¿Has estado ahí todo el tiempo? —pregunto, sintiéndome algo culpable, pero descarto el sentimiento de una vez. Asiente sin mirarme—. No necesito vigilantes.

—Conociendo tus ataques, estoy seguro que te hubieses largado.

—No estoy tan loca como para salir a la 1am.

Me mira subiendo una ceja y ruedo los ojos sin querer darle la razón, pero sabiendo que es cierto. Camino por el pasillo, y las luces LED están encendidas iluminando todo de naranja. Percibo sus pasos detrás de mí y miro la encimera donde hay una bandeja de sushi completa.

—No quise cocinar.

—Menos mal —digo en voz baja y me acerco al taburete sentándome, apoyando la mejilla en un puño, abriendo la bandeja con mi mano libre, y acomodando los palillos para comenzar a comer.

—¿Eres zurda?

—Ambidiestra —contesto sin querer hablar más y lo escucho soltar una bocanada de aire. Pasa por mi lado, tomando lugar frente a mí. Aunque trato de concentrarme solo en el sushi, puedo sentir sus ojos sobre mí. No precisamente en mi cara; en el movimiento de mis manos. También repite mi gesto apoyando su mejilla en un puño del lado contrario.

Nos mantenemos en silencio. No es incómodo, pero siento un vacío que suelo llenar con cualquier cosa. O en algunas escasas ocasiones él. A veces solo para burlarse o quejarse.

Se me vienen muchas cosas a la mente para decir y sé que él también las tiene. Ambos debemos hablar, aunque ahora ni siquiera sé por dónde empezar. No comprendo cómo vamos a continuar y como lo vamos a hacer con tantas inseguridades de por medio. Podría ser menos complicado si optara por vivir sin miedo, no obstante, estoy encadenada a tenerlo ¿Y cómo no? No quiero perder su compañía, pero sé que es una probabilidad.

Todo se repite una y otra vez más en mi mente, convirtiéndose en algo molesto. ¿Por qué me cuesta tanto? ¿Qué obsesión tengo por complicar las cosas? ¿Por qué justo ahora estoy viendo todo de esta manera?

Joder. No me arrepiento de acceder a esto con Damon, aunque si me arrepiento de guardarme tantas cosas hasta ahora. Cosas que empujan a dudas absurdas.

—¿No quieres más?

Apenas me doy cuenta que había detenido mi mano, cuando Damon con su voz corta el hilo de mis pensamientos. Salgo de mis cosas y titubeo, para al final asentir y seguir comiendo. Él se pone de pie yendo a la nevera de dónde saca una lata de Coca-Cola dejándola junto a mí. Saca un cigarrillo y lo prende tomando un poco de distancia; está vez arrastra el taburete hasta apoyar la espalda en el orillo de la encimera. Fuma con la mirada en mí, y continúo terminando el sushi.

ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora