XII

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No hay dolor más grande que el remordimiento, de hacer que nunca hicimos y ya no hay tiempo.

—Elliot Cassanova.

Narrado por Elliot Cassanova:

    Desde que comencé a trabajar con mi mejor amigo, Enzo Rinaldi, nunca tuve que hacer las cosas difíciles. Si había que matar a alguien lo hacíamos los dos, no uno solo. Claramente hubieron ocaciones en las que él tuvo que matar solo y por mi lado también tuve que hacerlo, pero cuando hacíamos esto, teníamos nuestras reglas. Y era no matar mujeres.

    Enzo tuvo que romper esa promesa cuando una mujer se quiso interponer entre mi cuñada y él, pero nunca pensé que me pasaría lo mismo, porque en este instante quiero matar a la madre de Victoria.

   Nunca en mi vida he matado a una mujer, nunca he maltrato a ninguna mujer, porque creo ciertamente que ellas son el regalo más hermoso que Dios nos ha dado, pero la madre de Victoria fue el regalo que el diablo envió a nuestras vidas para hacerme pecar.

    La mujer me cortó la cara. Mi pómulo o mejilla como suelen decir en México, ya no existe o eso pienso yo.

    Rápidamente me acerco hacia uno de los espejos de mi oficina y colocando mi rostro cerca de él, me quito la mano de mi rostro a regañadientes, para ver como me quedó el rostro.

    No.

    No.

    ¡Qué no, maldición!

    Esa hija de satanás me acaba de cortar media cara.

    —¡Maldita sea! —exclamo del dolor y de ver la asquerosidad de rostro que tengo.

    Me giro como alma que lleva al diablo y poso mi vista en aquella mujer que odio con el espíritu, con el alma y con el corazón.

     Ella se echa hacia atrás, mientras mira mi rostro que no para de sangrar. La sangre sale como si de agua se tratase.

    —¡Papá! ¿Qué tienes, papi? —Isabelle se coloca frente a mi, para que no vaya a donde su abuela.

     —Elliot, hay que detener el sangrado. —expresa Victoria queriendo ayudarme, a lo que agarra mi mano, pero viendo que es ella quien quiere ayudarme, suelto el agarre.

    —¡No me toques! ¡Tú y tu maldita madre son ambas unas mentirosas! —exclamo perdiendo el control—. ¿Saben lo que he hecho al dejarlas entrar en mí maldita casa? Nadie, absolutamente nadie tiene permitido entrar a mi casa si no lo permito y ustedes tiene menos de una semana y ya me están intentando matarme, maldita sea.

    Estoy tan enojado que podría cometer la mayor atrocidad en la historia.

    Victoria me mira asustada y su madre está temblando, agarrándose de un mueble muy lejos de mi.

    —Elliot, por favor...

    —¿Por favor, qué? —le interrumpo para preguntarle.—. Sabiendo tú muy bien el legado que tengo y que dicen de mi en todo Italia, permites que tu madre me haga esto, y solo por esa razón no se las voy a perdonar. Les voy a dar en donde más le duela a ambas.

    Victoria abre sus ojos a tal punto que creo que se les van a salir y sin dejarme un momento de reflexión para pensar en que les voy a hacer, Victoria y su madre se arrodillan ante mí.

    Agarro mi mejilla aún más fuerte, evitando que salga más sangre, pero el perder tanta me está dando mareos, así que cuando siento que me caeré, aparece Jasper de repente y me coloca en un mueble para que descanse.

IMPERIO CASSANOVA© (2 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora