IMPERIO CASSANOVA© (2 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]

XXX

La primera vez es un accidente, la segunda vez es una coincidencia y la tercera es un patrón.

—Elliot Cassanova.

ELLIOT:

   —¡¿Papi, papi, donde estás?! ¡Papi tengo miedo, tengo mucho miedo papi! —escucho a Isabelle llorando—. ¿Donde está mi papi? ¿Dónde está mi papi lindo? —pregunta sollozando.

   Mi niña.

   Mi niña ha despertado y desea verme.

   Salgo de mi parálisis y suelto a Victoria para dirigirme con toda la emoción hacia donde está mi hija.

   Me siento en la camilla y acariciando su cabello, la envuelvo en mis brazos.

   —¡Mi papi! ¡Papi tenía miedo porque no te vi! —expresa ella llorando en mi hombro mientras agarra mi cabello para sostenerse.

   Dios.

   Nunca me he sentido tan débil como en este momento. El tener a mi hija en mis brazos, despierta y anhelando que la abraze, es lo más hermoso que puedo sentir.

   Me separo de ella y le doy besos en la mejilla, en la frente y en la nariz, a fin de poder después mirarla por unos segundos.

    —Ya estoy aquí, no me voy a ir a ningún lugar. —le informo observando que ella me está prestando mucha atención.

    Ella me sonríe y veo que está un poco feliz. Sin embargo, lentamente mueve la cabeza, supongo que buscando a Victoria.

    —Mami, linda. —menciona ella con la voz entre cortada.

   Victoria no se hace esperar y corre a abrazar a Isabelle. Lo hace con emoción y con anhelo.

   —No sabes como me sentí mi niña al ver que por un momento te pude perder. —menciona Victoria agarrando el rostro de Isabelle con sus dos manos—. Te amo mi niña bella. Te amo con todo mi corazón.

   Isabelle hace un esfuerzo para poder abrazar a su mamá y ella le corresponde, mientras que también extiende su mano para que la sostenga.

   —Yo los amo un millón. —murmura bien bajo, pero aún así logro escucharla.

   Victoria se separa de ella y la coloca en la cama de nuevo.

   —¿Qué quieres comer? Pide lo que quieras. —le digo al ver que está tan pálida.

   No ha comido por al menos 2 días casi 3, debe de sentir hambre.

   —No quiero nada, solo quiero irme a casa, papi. —responde ella apretando mi mano.

   Entonces así será.

   Todo por verla feliz.