XXXV

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¿Cuando dices que me amas, es de verdad? Quisiera creerlo, pero tus acciones no me dejan.

—Elliot Cassanova.

ELLIOT:

   Maldita sea. El dolor en el costado me está matando, pero debo aguantar.

   Después de que Enzo me diera algunas bofetadas para despertarme, lo logró.

   Claramente, aún estoy adolorido, pero es lo que toca.

   De inmediato me desperté del desmayo, nos dirigimos al aeropuerto y utilizando nuestro avión privado, nos embarcamos en un viaje para dispararle a todo lo que se mueva en la isla, que no sea nuestra familia.

   Mientras los guardaespaldas y Enzo están mirando las armas que trajeron, yo estoy en el baño colocándome una venda muy bien amarrada en el costado.

   Aun me pregunto porque me está doliendo. No creo que sea normal.

   La puerta del baño es tocada dos veces, así que me doy la vuelta para dirigirme a ella y abrirla.

   En la puerta me encuentro con Enzo mirando sus pies.

    —¿Te estás masturbando o qué, imbécil? No entiendo porque duras tanto en él baño. —expresa Enzo con una ceja enarcada y una sonrisa en sus labios. 

   Estúpido.

   —¿No ves lo que estoy haciendo, idiota? —respondo empujándolo, recibiendo de él una carcajada como lo esperaba.

   Recojo la camisa blanca que tenía puesta y la coloco de nuevo en mi cuerpo.

     —¿Te sigue doliendo? —pregunta Enzo levantándome la camisa para ver.

   —No. La herida está cerrada. No sé si es algo mental o que. Puede que también esté así, porque extraño a mi mujer e hija. —le respondo mirando hacia abajo.

  Agarro mi pistola y miro el cargador para ver si hay balas.

    —Pronto las veremos de nuevo, ya no te preocupes. —dice Enzo intentando tranquilizarme.

   No.

   No puedo tranquilizarme pensando en que mi mujer está en un bunker a dos metros bajo tierra. Es imposible estar tranquilo con ese pensamiento.

   —Estaré tranquilo cuando las tenga a ambas en mis manos. —comento queriendo que entienda que por más que me diga que me tranquilize, no lo logrará.

   Enzo asiente.

   Él está nervioso y ansioso de ver que su esposa e hijos están bien. Él no muestra sus sentimientos o pensamientos tan fácilmente.

   A diferencia mía, que si no me gusta algo lo digo y punto, moleste a quien moleste.

    —¿Crees que el doctor haya tenido que ver con esto? —me pregunta pasándome una ametralladora automática.

   Ambos caminamos por el pasillo. Él delante y yo detrás.

   —Estoy seguro que es él quien planeó esto. —expreso cargando la ametralladora—. Pudo muy bien colocar un micrófono y escuchar hacia donde irían nuestras mujeres.

    Maldito imbécil. Pero ya me las va a pagar.

    —Qué lo mate, Victoria. —expresa Enzo deteniéndose de caminar.

   Se gira en sus pies y me mira a los ojos.

   Oh.

   No está jugando.

IMPERIO CASSANOVA© (2 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora