XXVI

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Te siento a cada instante, es como si mi alma y mi cuerpo dependiera de sentirte porque te has vuelto mi respiración, te has vuelto mi corazón. No funciono sin ti.

—ELLIOT CASSANOVA.

   ELLIOT:

  ¿Por qué Angélica sigue viva? Aún no tengo una respuesta a eso.

   Realmente pensé que ella se había largado de mi casa hace varias horas, pero no fue así, ya que, ella buscó una llave de repuesto de mi habitación, entró sin permiso, interrumpiendo algo que en primer lugar ella no debía de ver.

   Maldita sea.

   Estoy cansado de verle la cara.

   Victoria vuelve su mirada a mi, entonces al ver que mi miembro está erecto y descubierto a la vista de Angélica que no despega la vista, sostiene la sabana y la coloca encima de mí, hasta llegar a mi cintura.

   Suspiro fuerte, para luego bufar.

   —Ya entiendo, le pedí a Dios paciencia y me está dando más pruebas. —comento en voz alta convenciendome de lo que está pasando es mi culpa.

   Angélica entra a la habitación y camina hacia mi guardarropa no sé buscando qué.

   —Sal de mi habitación... —murmuro para que me escuche.

   Ella se detiene a dos pasos de llegar a mi guardarropa.

   —Voy a buscarte un bóxer y un pantalón para que te vistas. —responde girando en sus pies, quedándose fijamente mirándome.

   Me quito las sábanas de encima y así como estoy, desnudo, me levanto de la cama, camino por el lado de Victoria quién está sentada en la cama y luego me coloco en frente de Angélica.

   Cuando me pongo en frente de ella, traga en seco, por lo que intenta bajar su vista para mirar mi miembro, pero no se lo permito porque coloco mi dedo índice en su barbilla, sosteniendo su rostro.

    —La única que puede mirar mi miembro es mi esposa y viste que lo estaba haciendo cuando entraste a la habitación, ¿o no? —le guiño el ojo viendo como su expresión cambia por una enojada, a la vez dolida—. Sal de mi habitación, mañana hablaremos.

    Ella niega varias veces.

    —Está bien, Elliot. Estás con ella y no quieres estar conmigo y lo comprendo, pero no te dejes cegar por sus palabras. —señala a Victoria con su mano—. Esa mujer va a ser tu perdición. Morirás a causa de ella.

   "Morirás a causa de ella".

   Esa frase se repite en mi mente.

   —Cuando me fuiste infiel en el pasado, ese mismo día morí. Acepté acostarme contigo porque no quería dejarte ir cuando desde un principio no eras mía. —espeto acercándome a ella, mientras que Angélica retrocede hasta que está entre la pared y yo—. Hoy, hace una horas, morí en esa cama —señalo la cama—. Y volví a revivir. Le hice el amor a la mujer que quiero como mi esposa y madre de mi hija. —levanto mi dedo índice y apunto hacia ella—. Y quiero replicar en algo, Angélica. Ella no va a ser mi perdición, ella es mi perdición y la única adicción en mi que no tiene curación.

   Con esas palabras, sostengo su codo y agarrandola suavemente, camino hacia la puerta y la saco de mi habitación.

   Cierro la puerta con la última vista de su mirada lastimada por mis palabras.

   Pero ya no importa.

   Tengo a Victoria o al menos eso creo yo.

   Cierro los ojos, detenido en el frente de mi puerta.

IMPERIO CASSANOVA© (2 LIBRO DE LA BILOGIA IMPERIO) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora