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P.O.V. Omnisciente

Cuando Belladona, Pansy, Draco, Blaise y Theodore entraron al Gran Comedor para desayunar al día siguiente, lo primero que escucharon fueron los murmullos de las otras mesas haciendo alusión a la visita nocturna de Gellert Grindelwald a su nieta.

-Es impresionante –dijo Adrian acercándose al grupo para darles su nuevo horario–solo es la mañana del primer día y ya has causado fervor, Belia.

Belladona sonríe sabiendo que lo que dice su prefecto es cierto y comenzó a comer las tortitas y las fresas que le sirvió Draco.

Adrian se sienta en el espacio vacío que está al lado de Belladona y Draco y se pone a leer el horario junto a ellos.

-Veo que tienen clases con el semigigante luego del almuerzo. Me apiado de ustedes –dice él con una mueca –yo gracias a Salazar no elegí Cuidado de Criaturas Mágicas.

-Me pregunto que habrá preparado –comentó Theodore –para nadie es un secreto que tiene un amor por las criaturas peligrosas

-Y ni hablar de su libro –añadió Pansy –¡casi me deja sin dedo ese libro cuanto intenté abrirlo!

-Sea lo que sea que den, espero que ustedes tres se cuiden. No puedo perder a mis jugadores de quidditch –dijo Adrian señalando a Belladona, Blaise y Draco

-Será mejor que nos vayamos ya. Miren, el aula de Adivinación está en el último piso de la torre norte. Tardaremos unos diez minutos en llegar... -avisó Theodore mirando el horario

Terminaron el desayuno y se despidieron de Adrian. Al pasar por el lado de la mesa de Gryffindor, Theodore le pego con uno de sus libros en la nuca a Harry haciendo que este derramara su jugo de calabaza. Las carcajadas del grupo se escucharon hasta que atravesaron el vestíbulo.

El trayecto hasta la torre norte era largo. Los dos años que llevaban en Hogwarts no habían bastado para conocer todo el castillo, y ni siquiera habían estado nunca en el interior de la torre norte.

-Tiene...que...haber...un...atajo –dijo Blaise jadeando, mientras ascendían la séptima larga escalera y salían a un rellano que veían por primera vez y donde lo único que había era un cuadro grande que representaba únicamente un campo de hierba.

-Increíble que te canses subiendo las escaleras, pero te la pases tres horas jugando quidditch como si nada –se mofa Pansy

-Me parece que es por aquí –dijo Draco, echando un vistazo al corredor desierto que había en la derecha

-Imposible –dijo Belladona –Eso es el sur. Mira: por la ventana puedes ver una parte del lago...

Theodore miró a su alrededor para ver si encontraba algo que indicara si estaban o no en el camino correcto. Observó un cuadro donde un grueso caballo tordo acababa de entrar en el campo y pacía de manera despreocupada. Theodore estaba acostumbrado a que los cuadros tuvieran movimientos y a que los personajes se salieran del marco para ir a visitarse unos a otros. Un momento después, haciendo un ruido metálico, entró en el cuadro un caballero rechoncho y bajito, vestido con armadura, persiguiendo al cabello. A juzgar por las manchas de hierba que había en sus rodilleras de hierro, acababa de caerse.

- ¡Pardiez! –gritó, viendo a los cinco chicos de Slytherin –¿Quiénes son estos villanos que osan internarse en mis dominios? ¿Acaso se mofan de mi caída?

Los cinco chicos se miraron entre sí para luego mirar hacia el pequeño caballero el cual trataba de sacar la espada de la vaina y la blandía con violencia, saltando furiosamente arriba y abajo. Pero la espada era demasiado larga para él. Un movimiento demasiado violento le hizo perder el equilibrio y cayó de bruces en la hierba.

Belia Potter [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora