Profesor Shipper [Willgan]

S•E•S•E•N•T•A••Y••C•I•N•C•O

Profesor Shipper.

"Estúpido Rubén..."

-N.O.-

La cita de Jesús y Frank estaba yendo de maravilla, ambos chicos se lo estaban pasando increíble y la sola presencia del contrario los hacía sentirse como en el paraíso, vamos que estaban más que encantados con el otro y de alguna forma aquella pequeña cita sería de los mejores momentos para ambos (por más insignificante o tonto que podría verse para otros) Jesús agradecía el momento en el que se había animado a hablarle a Garnes (Aunque le causó ciertos problemas con Alex) pensaba que había valido completamente la pena.

Frank, por su parte, también se sentía afortunado de poder gustarle a alguien como Jesús; Si bien al inicio estaba interesado en Alex, siempre supo que no había forma de que aquello pudiese funcionar, después de todo conocía tan bien al pelinegro que él mismo se dijo que no tenía que hacerse ilusiones, aunque al principio se sintió mal cuando se enteró de que incluso salía con alguien, ahora hasta se sentía feliz por su amigo. No podía estar más satisfecho del cómo habían terminado las cosas.

Y ahí se encontraban ellos, caminando uno al lado del otro por las calles de la ciudad, sin ningún rumbo en específico. Habían decidido simplemente dar un paseo aleatorio después de haber salido del acogedor local de comida al que habían entrado, y si bien no era la cita más elaborada del mundo, para ellos estaba bien, se estaban divirtiendo, y a final de cuentas lo que importaba era la compañía mutua.

Jesús por momentos miraba con disimulo la mano de Frank, pareciéndole una completa tentación unirla con la suya. No estaba seguro de si sería correcto o de cómo se lo tomaría el chico, pero estaba siendo difícil contenerse. Fue entonces que, tomándolo por sopresa, fue Frank quien al final se animó a tomar su mano, ocasionando que Jesús sintiera que se le iba el aire. Había sido completamente inesperado, sí, por lo que no pudo evitar mirar sus manos entrelazadas y luego a los ojos de Garnes, quien sonreía algo avergonzado. Este, al ver la expresión confundida del otro, no pudo evitar soltar una pequeña risa, para depués sostener con un poco más de fuerza su mano.

Frank.- ¿Te molesta?
Jesús.- ¿Qué? No, no, por supuesto que no... Es todo lo contrario...
Frank.- De acuerdo... Entonces... ¿Puedo sostener tu mano cuando quiera?
Jesús.- Sí, por supuesto...

Ambos sonríen, y después simplemente continúan con su caminata bajo las estrellas, siendo sólo ellos dos y la luz de la noche que hacía todo mucho más romántico y tranquilo.