52. Fuga ☘️

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ALLISON RODRÍGUEZ

Todo marchaba jodidamente mal

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Todo marchaba jodidamente mal.

Primero, empezando por esa señora que tanto odio le tengo, quien se atrevió a meter a mi tía en la cárcel, y siguiendo, con que también se atrevió a llamarme diciéndome que viene por mi, para arruinarme mi felicidad y por si fuese poco... No tenemos gasolina para irnos.

¡Maldita sea!

Maldije entre dientes y Mel me miró preocupada.

—Puedo llamar a mis padres, o a Lucía y Camila —sugirió Mel y yo sonreí, acariciando su cabello rubio.

—Es una buena idea amor —le dije.

—Les llamaré.

Y posteriormente eso hizo Mel. Llamó a sus padres, y cuando ellos contestaron, ella les contó todo, y después llamó a sus amigas.

A lo que ellos dijeron que iban a venir lo más pronto posible.

Pero en eso vimos un auto deportivo negro, acercarse a nosotras a una velocidad inigualable.

—¡Creo que es mi papá! —habló Mel.

Sonreí aliviada.

Seguido de eso, el coche se estacionó enfrente nuestro y logré divisar una figura indeseable.

—¡Mierda! ¡No es tu papá! ¡Son ellas! —maldije y Mel me miró aún más preocupada que antes.

—¿Pero cómo diablos nos localizaron y...? —preguntó Mel, pero sus palabras fueron interrumpidas cuando escuchamos la voz de aquella bruja.

—¿Disfrutaron de su cita? —cuestionó con mofa.

—Mejor métete en tus malditos asuntos, y ahora lárgate y déjanos en paz —respondí con frialdad.

—Ja, ja —en cambio ella soltó una carcajada malvada. —¿En serio se piensan que haremos como que nada de esto paso y las dejaremos ir? Allison, ya te lo dije mil veces. Tu felicidad y destino depende de la Omega que ya escojimos para ti. Así, que ya déjate de rebeldías adolescentes. Y cásate con ella.

—¡Que no me voy a casar con la maldita de Ana! —repliqué fuerte. —¡Entiéndelo de una buena puta vez! Yo ya...

—Ya tienes a alguien —me interrumpió mirando con una sonrisa nada buena, a mi Mel.

—Eso no es de tu jodida incumbencia —le dije finalmente.

—Oh, claro que la es cariño —repuso ella. —Porque tu destino está en mis manos. Porque todo lo que he hecho, lo he hecho por ti.

—¡Ahórratelo! —le dije hecha una furia. —¡Y ya déjanos en paz!

Pero en cambio esa señora, me sonrió por una última vez y se acercó a Mel y le dijo al oído algo que no pude escuchar.

TODO POR UNA APUESTA OMEGAVERSE YURI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora