1 🍷La Providencia Divina

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Años Después...

Light estaba mirando de reojo a sus compañeros, quienes prestaban menos atención al profesor de inglés que él. Algunos estaban viendo una revista o jugando mientras que otros hablaban de banalidades.

-Himeko - le llamó el hombre. Al oír el nombre de la chica, Light volvió a la lección. Quería ver qué hacía Himeko. - Tradúcenos esta frase, si eres tan amable.

La joven tomó el libro y se levantó. Era la última hora, pero ella estaba tan radiante como por la mañana.

-"Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata." - Tradujo en voz alta. No le costó demasiado, ya conocía el versículo.

-Muy bien, Seigi, no esperaba menos de ti, una traducción perfecta - le felicitó mientras ella se sentaba. 

Unos minutos después, la clase acabó. Los alumnos comenzaron a recoger sus pertenencias y a salir del aula. Mientras hablaba con la compañera que se sentaba delante de ella, Himeko guardó sus cosas en la mochila. Cuando hubo terminado, miró a Light, él también estaba listo.

Salieron del instituto, despidiéndose de las personas que se encontraban, pero sin hablar entre ellos. Una vez en la calle, caminaron en silencio. Himeko solía sacarle tema de conversación, pero como las respuestas de Light cada día eran más escuetas, acabó diciéndole solo lo imprescindible.

Se conocían desde que eran unos críos y, a día de hoy se seguían llevando bastante bien, pero conforme fueron pasando los años se fueron alejando. Ambos dedicaban mucho tiempo al instituto para poder obtener unas calificaciones perfectas, así que a penas pasaban ya ratos a solas que no fuesen para estudiar, hacer un trabajo de clase juntos o intentar resolver algún caso que la policía no estuviera llevando bien.

Sabía que era una tontería, pero aquel rato paseando tranquilamente con Light, sabiendo que él la acompañaría hasta la puerta de su casa como siempre hacía, después de un agotador día de clase, era su momento favorito, aunque a penas se dijesen nada.

"Cada día es como una fotocopia del anterior", pensó el chico.

Día Siguiente

Light estaba mirando aburrido por la ventana. Sus compañeros no le prestaban atención alguna al profesor de inglés. Mientras unos estaban viendo una revista o jugando, otros hablaban de banalidades. Un cuaderno negro cayó del cielo con las palabras "Death Note" escritas en blanco en la portada. El chico lo siguió sorprendido con la mirada hasta que se estrelló en el césped del jardín del instituto.

-Yagami - le llamó el hombre. Al oír su nombre, Light volvió a la lección. - Tradúcenos esta frase, si eres tan amable.

Light suspiró y se levantó, con el libro en su mano. Era la última hora, pero él estaba tan cansado como por la mañana.

-"Mientras él aún hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó." - Tradujo en voz alta.  

-Muy bien, Yagami, no esperaba menos de ti, una traducción perfecta - le felicitó mientras él se sentaba. 

Unos minutos después, la clase acabó. Los alumnos comenzaron a recoger sus pertenencias y a salir del aula. Mientras hablaba con la compañera que se sentaba detrás de ella, Himeko guardó sus cosas en la mochila. Cuando hubo terminado, miró a Light, él también estaba listo.

-¿Vamos? - Preguntó ella, con su habitual sonrisa.

-Ve yendo tú hacia la entrada y ahora nos vemos allí - dijo Light. - Tengo que ir un segundo al jardín, no tardaré.

-V-Vale - respondió con cierta duda. Iba a sugerir acompañarle, pero si él no lo había propuesto sería por algo. El motivo que primero se le ocurrió a Himeko fue que querría hablar con alguna chica. - Yo tengo que hablar un segundo con Chiasa, te espero mejor aquí.

Ella tampoco se quedaba corta en cuanto a pretendientes se trataba, había muchos chicos que le habían pedido salir y, gracias a que siempre les rechazaba y su arraigada fe, se había ganado fama de mojigata. La verdadera razón de su rechazo era que el único chico al que amaba era Light y, aunque cada vez se desvanecían más sus esperanzas de ser correspondida, no le importaba seguir diciéndole que no al resto.

Light salió de la clase y fue directo a recoger aquel cuaderno, asegurándose de que nadie le siguiera. Himeko no tenía que hablar con ninguna compañera, solo quería quedarse en la clase porque sabía que desde allí podría ver a Light por la ventana sin que él lo supiera.

Lo cogió y leyó su inscripción.

"Death Note", pensó. "Es decir, Cuaderno de Muerte en inglés."

Himeko entrecerró los ojos para intentar ver qué era lo que Light tenía entre las manos, pero sólo le parecía un cuaderno que se había encontrado en el suelo. No le parecía que nadie lo hubiera dejado allí para él en especial, si no cualquiera lo podría haber cogido. 

El chico miró la primera página, donde parecía haber escritas algunas reglas o normas.

"Modo de empleo: La persona cuyo nombre quede escrito en este cuaderno morirá", leyó mentalmente. Cerró el cuaderno y lo dejó en el suelo. "Lo que hay que ver. Desde luego, hay que estar enfermo."

Light se dio media vuelta y comenzó a andar, atrayendo las miradas de algunas alumnas. Himeko no entendía nada. ¿Para qué había ido hasta allí si luego iba a dejar el cuaderno en el suelo?

"No se ha evolucionado nada desde lo de las cartas de desgracia", pensó él. "Que la persona cuyo nombre quede escrito en este cuaderno morirá..."

De pronto, se dio media vuelta. Lo había pensado mejor. Cogió el cuaderno, guardándolo en su mochila, y fue de nuevo a clase. Himeko no había entendido nada, pero prefirió no preguntar.

Light y ella salieron del instituto, despidiéndose de las personas que se encontraban. Una vez en la calle, caminaron en silencio, pero ambos pensaban en lo mismo. ¿Qué era ese cuaderno tan extraño?

"En fin, yo también debo estar loco de atar", pensó el joven.

Casa Yagami

Light estaba sentado en su escritorio, leyendo las reglas de aquel misterioso cuaderno.

"El cuaderno no tendrá efecto a menos que quien escriba tenga en mente la cara de la persona al escribir su nombre, de ese modo no afectará a otras personas con el mismo nombre y apellido", leyó mentalmente. "La causa de la muerte se puede especificar siempre que se escriba 40 segundos del tiempo humano después de escribir el nombre. En caso contrario, la persona padecerá de un ataque al corazón. Tras especificar la causa de la muerte, se otorgan 6 minutos y 40 segundos para indicar las circunstancias exactas de la misma."

-Así que puedes hacerles morir en paz o hacerles sufrir si quieres... - murmuró Light. - La bromita está bastante currada, hay que reconocerlo.

Se levantó y se tumbó en su cama.

-Si escribo un nombre, morirá... - murmuró cerrando los ojos. - Menuda gilipollez.

Se levantó y se sentó de nuevo en la silla. Abrió el cuaderno y cogió un bolígrafo.

"Un momento. Si por casualidad la palma, ¿sería yo un asesino?", se preguntó. "Tonterías, eso es imposible."

Encendió el televisor que tenía sobre la mesa y puso un canal de noticias.

-El asesino que ayer mató a 6 personas en el barrio de Shinjuku sigue parapetado en esta guardería y tiene como rehenes a 8 niños y su maestra - informó un reportero. - La policía ha identificado al individuo como Kuro Otoharada de 42 años y actualmente.

Light escribió aquel nombre en el cuaderno y miró su reloj.

"En teoría, la palma de un ataque al cabo de 40 segundos", pensó él.



JUDAS 🍷 Light YagamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora