capitulo cuatro

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El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. En el palacio imperial, la emperatriz Hinata caminaba con paso decidido hacia la habitación de su esposo, el emperador Naruto. Su corazón latía con fuerza, lleno de amor y preocupación por el hombre que había conquistado su alma.

Al llegar a la puerta, Hinata tomó una profunda bocanada de aire y golpeó suavemente. La puerta se abrió, revelando a Naruto, pálido y frágil, recostado en su cama. Sus ojos azules, una vez llenos de energía y vitalidad, ahora reflejaban la tristeza y el cansancio de una batalla perdida.

"Hinata", susurró Naruto con una sonrisa débil. "Has venido."

"Siempre estaré a tu lado, mi amor", respondió Hinata, acercándose a la cama y tomando la mano de Naruto entre las suyas. "No importa lo que suceda, siempre estaré contigo."

Naruto asintió, sus ojos llenos de gratitud.

"Sé que no tengo mucho tiempo, Hinata. Pero quiero que sepas que cada momento a tu lado ha sido un regalo. Eres mi fuerza, mi inspiración."

Las lágrimas comenzaron a emerger en los ojos de Hinata, pero se mantuvo fuerte.

"Y tú eres mi razón de ser, Naruto. Eres el sol que ilumina mi vida, mi amor eterno."

Mientras el crepúsculo envolvía la habitación, Naruto y Hinata comenzaron a hablar sobre el futuro de sus hijos. Tenían dos hijos maravillosos, Boruto y Himawari, quienes habían heredado la valentía y la determinación de sus padres.

"Nuestros hijos son fuertes y talentosos", dijo Naruto con orgullo. "Debemos asegurarnos de que estén preparados para enfrentar cualquier desafío que se les presente."

Hinata asintió, su mirada llena de determinación.

"Debemos guiarlos y protegerlos, pero también permitirles que sigan sus propios caminos. Boruto será un gran rey al igual que tu, y Himawari tiene un corazón compasivo y gentil."

Naruto sonrió, acariciando suavemente la mejilla de Hinata.

"Confío en que nuestros hijos encontrarán su propio camino en la vida. Pero siempre estarán unidos por el amor y el legado que les dejaremos."

El tiempo pasó rápidamente mientras Naruto y Hinata compartían sus pensamientos y sueños. Hablaron de los momentos felices que habían compartido juntos, de las risas y las lágrimas que habían compartido como pareja.

"Nuestro amor es eterno, Hinata", susurró Naruto, su voz llena de emoción. "Aunque mi tiempo en este mundo sea limitado, nuestro amor trascenderá el tiempo y el espacio."

Hinata asintió, sus ojos llenos de amor y tristeza.

"Siempre serás mi amor, Naruto. Nuestro vínculo nunca se romperá, incluso cuando estemos separados."

En ese momento, Naruto tomó la mano de Hinata y la acercó a sus labios.

"Prométeme que seguirás adelante, que encontrarás la felicidad y que cuidarás de nuestros hijos. Eres la persona más valiente y amorosa que he conocido."

Hinata asintió, una lágrima solitaria rodando por su mejilla.

"Te lo prometo, Naruto. Siempre te llevaré en mi corazón y viviré cada día en honor a nuestro amor."

El sol finalmente se puso, sumiendo la habitación en la oscuridad. Naruto y Hinata se abrazaron, encontrando consuelo en el calor y la fuerza del otro. En ese momento, el amor que compartían se volvió eterno, trascendiendo las barreras de la vida y la muerte.

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Sarada yacía en su cama, incapaz de conciliar el sueño. Su mente estaba llena de pensamientos tumultuosos, todos ellos relacionados con Boruto. Temía que Boruto en cualquier momento pudiera atravesar esa puerta y la obligará a consumar el matrimonio.

𝑬𝒎𝒑𝒆𝒓𝒂𝒕𝒓𝒊𝒛 𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora