Capítulo 11

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Daniel

Me levanté del banco por tercera vez, inquieto ante la expectativa de su llegada. Hoy la calma del lugar me resultaba imposible de soportar. Aunque, ¿cómo debía estar cuando ella apareciera? Me dejé caer de nuevo en el asiento, inclinándome hacia atrás mientras inspiraba hondo. No había planificado lo que le iba a decir; tendría que improvisar. Mis pies no dejaban de moverse, mis talones se balanceaban y tocaban el suelo a una velocidad que ya no podía controlar. Me volví a levantar, esta vez buscando el apoyo de un árbol, mientras revisaba los mensajes en mi celular.

 Me volví a levantar, esta vez buscando el apoyo de un árbol, mientras revisaba los mensajes en mi celular

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Debí saludarla primero; habrá pensado que soy un descortés

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Debí saludarla primero; habrá pensado que soy un descortés. La espera se volvía más intensa con cada segundo, mi ánimo se llenaba de carga, y me volví a sentar.

Pronto, la vi llegar en un Audi azul. No me levanté; temí hacerlo y luego no saber cómo actuar al tenerla de frente. Mientras caminaba hacia mí, no dejé de mirarla. En cada paso, se resaltaban sus caderas, y se balanceaba su cabello largo y rizado que caía en cascadas sobre sus hombros.

Una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro y ella me devolvió el gesto. Sus ojos de miel irradiaban una mezcla de curiosidad y dulzura, pero dejé de verlos cuando al sentarse a mi lado desvió la mirada al suelo.

—¡Hola! —exclamé, tratando de ocultar la ansiedad que llevaba dentro de mí.

—¡Hola! —susurró Lara.

—Te ves increíble —dije con total convicción y ella sonrió intentando ocultar su rostro con el cabello.

Luego de un breve silencio, ella habló con un tono jocoso, mirando a nuestro alrededor.

—¿Este lugar es un poco solitario, no crees?

Temí que le incomodara este parque por estar tan alejado de la ciudad, pero lo conocía bien y sabía que podríamos hablar con tranquilidad.

—Puede ser. Vengo seguido a hacer hiking o carreras —dije señalando mi bicicleta—. No te preocupes, no voy a secuestrarte.

—De todas formas, llegué por voluntad propia. —Se sonrojó y, como queriendo cambiar de tema, señaló lo que estaba en la mesa detrás de nosotros—. ¿Qué es eso?

Encuentro en las alturasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora