Venator Meus

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Navidad

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Navidad. La época más hermosa, pero también la más solitaria que pudiera existir. No era normal que un sentimiento le floreciera de esa manera, después de todo, tras la muerte de su madre, Louis había tenido como mínimo unos buenos cumpleaños gracias a su padre y luego por Juliet. No celebraban en sí nochebuena ni nada de eso, pero si se preocupaban por darle un buen día. Quizás por eso Bleta le tenía celos, porque ¿Quién cumplía en una fecha tan preciosa como esa? Solamente a Louis le sucedía al parecer.

Siempre le gustó a pesar de que el resto de su familia materna era de lo peor, pero estaba a gusto con lo que tenía, no pedía más. A veces ni sentía que se lo merecía por lo horrible que era con todos los demás. Agradecía que cuando mínimo, su padre lo toleraba, aún con sus diferencias y cuántas veces tuvo que sacarlo de prisión, Troy era bueno con él en esa fecha donde más recordaban a su madre.

Johanna tenía la costumbre de festejar tanto en nochebuena como en navidad, ya que al ser su único hijo, sentía que se merecía el mundo entero. No por nada los doctores le dijeron que él era un milagro, porque después con esa "mutación", ¿Cómo no lo haría sentirse especial? Estaba enterada de que en el colegio nadie lo quería y ni siquiera tenía amigos. Nadie quería un niño con la habilidad de acomodarse un brazo él solo porque no le dolía o que fuera bueno en todo lo que hacía. Quizás por eso Louis aceptaba a extraños para salir con ellos, aunque al final siempre terminarán abandonandolo en lugares horribles por cualquier accidente que le sucediera.

Por eso, Johanna no escatimaba en todo lo que hacía por su pequeño, aún sí a sus abuelos maternos les parecía un niño consentido. Louis era feliz por las grandes cenas que le hacía con cientos de postres y los regalos que le daba, fueran grandes o pequeños. Aunque al final del día, lo que más amaba de ella en su cumpleaños, es que, después de jugar con todos sus regalos, ella siempre dormía con él en la cama, diciéndole cuánto lo amaba.

Extrañaba que le dijeran eso.

Quizás por eso sentía unas inmensas ganas de llorar mientras veía la nieve caer por la ventana. Era de noche y al día siguiente sería su cumpleaños, qué casualidad era para él ver nevar en una noche así.

Louis se abrazó a sí mismo, tratando de coger un poco de calor. Llevaba una chaqueta enorme de Harry puesta encima de sus hombros como si fuera una sábana que lo cubriera, además de los pijamas que ya se había acostumbrado a usar de él. Tenía mucho frío, y considerando que le era imposible dormir sin Harry ahí, mucho para meditar le quedaba.

Hacía horas que no lo veía, ya que le había pedido exclusivamente esa noche para darle el tiempo suficiente a él y a su familia para realizar el ritual de la Gran cena para conseguir recuperar sus poderes. Después de todo, esa misma mañana llegaron los especímenes que tanto estuvieron esperando los Styles. Era increíble que una semana de su viaje a París ya hubiera pasado, ni siquiera sentía el tiempo ahí.

Porque luego de volver de Newquay, realmente mucho tiempo de meditar no lo tuvo. Nada era como antes y no comprendía a qué se debía, pero su cabeza daba vueltas. Creía que nadie se enteró de que fueron juntos a París, lo cual agradecía enormemente, ya que todavía se tomaron un día más para estar juntos en lo que fue el antigüo hogar de Harry.

Sangre Real |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora