Los enamorados

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Harry suspiró, dejando en su escritorio el centenar de documentos pendientes que tenía

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Harry suspiró, dejando en su escritorio el centenar de documentos pendientes que tenía. Aparte de asesinar personas, una de las cosas que más aborrecía de su trabajo, era la infinidad de reportes que tenía que llenar y hacer para su padre.

Se apretó el puente de su nariz y cerró los ojos, intentando relajarse. Pudiera ser un vampiro, pero como le agotaba toda esa mierda. No había descansado desde que llegó de París hacía apenas tres días. Aunque ya no salió más de Sombervale, si no se la vivía en inmensas reuniones con el Clan, los Siora y las empresas de su padre, Harry se la pasaba en su oficina. Aquello le molestaba demasiado, y aunque Louis lo entendía, sabía que le entristecía demasiado dejarlo solo tanto tiempo, a pesar de que estuviera con Niall y Liam en la biblioteca o en sus respectivas habitaciones.

Acababa tardísimo todos sus pendientes de ese día, y cuándo regresaba a su "hogar", Louis siempre estaba dormido con un libro en mano en su living o en la cama, ya que lo esperó lo más que pudo. Se quejaba consigo mismo por ello, ya que su pareja hacía todo por aguardar su llegada y él, no lo hacía.

Extrañaba muchísimo poder estar más de cinco minutos con él en las mañanas al despertar, hacerle de nuevo su propio desayuno y llevarlo a la cama. Hasta hacer el amor extrañaba, ya que desde que volvieron, solamente besos se habían podido dar.

Quería maldecir de tan solo pensar en ello, pero la puerta de la oficina se abrió.

―¿Cariño?

Harry espabiló y dirigió la mirada hasta el origen de esa dulce voz. Louis abría lentamente la puerta y asomaba la cabeza por el hueco de esta, ya que temía estuviera vacía la habitación. Quería asegurarse antes de entrar.

―Adelante―indicó Harry y ordenó un par de documentos para quitarlos de enfrente mientras Louis entraba―. Disculpa el desorden, no llevo un control para este punto.

Louis no mencionó nada, sino que avanzó lentamente hacia él. Llevaba kilos de sueño encima, sin contar que también tenía un pijama de Harry puesta. No había podido dormir esa noche, no porque no tuviera sueño, eso era de siempre; sino que, sentía en su corazón el pesar de Harry al estar tan lejos. Era un sentimiento imposible de ignorar, y aunque eran las tres de la mañana, no lo pensó mucho para decidir salir de la cama e ir a buscarlo, asegurándose de que se encontrará bien.

Louis avanzó en pasitos cortos hasta el escritorio de Harry, mientras esté terminaba de quitar el resto de documentos y los dejó a un lado. Al llegar, Louis se sentó sobre sus piernas y envolvió los brazos alrededor de su cuello con suma delicadeza, dándole un beso perfecto en tanto él le tomaba su fina cintura encima de la ropa.

―¿Por qué sigues despierto, cor? Creía estarías dormido―pronunció Harry en un susurro. Louis estaba mirándolo fijamente con una curva en sus labios, y apartando uno de sus brazos, le retiró un mechón del rostro.

―No podía dormir, me es difícil si tú no estás conmigo―admitió en el mismo tono de voz que él, sin dejar de peinarlo―. Además, sentí en mi corazón que no estabas bien, ¿Sucede algo?

Sangre Real |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora